-En este Día del Padre, no pide nada, solo agradece.
-Ser Policía es un trabajo, que te hace recordar que en tu casa siempre te esperan
Julio Eduardo Salas Sarabia, comandante de Edificio en la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, nunca imaginó que terminaría con uniforme y placa. “La vida no pregunta, se presenta”, dice, con la serenidad de quien ha aprendido a caminar entre lo incierto y lo valioso. Ser policía no fue parte de sus planes, pues él trabajó 15 años en Ferrocarriles, pero hoy es una pasión que abraza y comparte con su familia.
En este Día del Padre, no pide nada. Solo agradece. “Haber llegado a otro más, ese es mi regalo”, afirma con voz firme. Cada jornada completada es un triunfo. Y no hay nada que se compare con el abrazo que recibe en casa… y también en el trabajo.
Con décadas de servicio, puede decir con orgullo que nunca ha tenido un conflicto que lo lleve a asuntos internos. “Los problemas se quedan en casa”, asegura. Y quizá esa filosofía es lo que lo ha mantenido firme, lejos del escándalo y cerca de su vocación.
“Ser policía es un trabajo”, dice sin rodeos, pero también con conciencia. “Cada día salgo con la bendición de Dios, porque ya no sabes si vas a regresar”. Lo dice sin dramatismo, como quien ha hecho las paces con la realidad. Y es que, en el uniforme, carga no solo con el deber, sino con el deseo de volver a casa.
Julio Eduardo no busca reconocimiento. Su mayor premio es llegar una vez más. Y así, Día del Padre tras Día del Padre, sigue sumando victorias silenciosas que solo su familia —y su corazón— entienden.