ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ
El propósito de Andrés Manuel que es su mandato sea hasta el final de los tiempos, aunque éste sea por interpósita persona y cuando ya no pueda mandar seguramente quiere quedar para siempre en el recuerdo de los mexicanos, cómo Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas; pues cuando alguien muere con una estatura de santo non omnis moriar.
Si éste es el origen y destino de la hiperactividad que despliega cotidianamente como presidente y antes como candidato a la presidencia, no es menos cierto que esa pretensión celeste pretende concretarla a través de una estrategia por demás prosaica: busca que el Congreso legisle la revocación de mandato.
El argumento para conseguir la revocación de mandato (RM) es la siguiente: “Si un gobernante da muestras de ser un mal gobernarte en tres años, para qué tenerlo en el poder los tres años restantes”. Por los menos este argumento no es del todo juicioso, toda vez que la popularidad de un gobernante no es estable, pues no pocas veces tiene que tomar medidas impopulares que hunden su rating, más aún en estos tiempos en que todo lo sólido se desvanece en el aire.
Pero más allá de este ardid argumental, lo que pretende AMLO con la revocación de mandato es volver a cobijar electoralmente a sus candidatos, como lo hizo en su campaña a la presidencia, porque en el 2021 habrá elecciones intermedias en donde estarán en juego 500 diputaciones federales, 13 gubernaturas y un titipuchal de presidencias municipales.
Y aún es más la urgencia si nos asomamos a los resultados de las recientes elecciones. Solamente acudió a votar el 33% del de los ciudadanos del padrón electoral, y si bien Morena ganó Puebla y Baja CalifornIa, la “oposición” retuvo mayoría de las presidencias municIpales de Tamaulipas, Aguas Calientes y Durango. En Quintana Roo la “oposición” obtuvo sólo un tercio de los diputados que estaban en la lisa de la competencia.
Estas razones por supuesto no se exponen cuando se perora a favor de la revocación de mandato, pero además la constitución posee mecanismos para echar a un presidente que ya no sirva para maldita sea la cosa. O si los promotores de la RM creen que seis años son muchos para la gobernanza de un presidente, si de verdad les interesa México habían de proponer un período de 4 años del próximo presidente, de tal suerte que este lapso impediría lanzarse cada tres años en pos de validar el mandato del presidente en turno.
Pero además hay un pero para validar la revocación de mandato para este sexenio, aunque fuese aprobado por el Congreso. Andrés Manuel López Obrador fue electo presidente con una legislación y unos protocolos específicos y como la ley no es retroactiva, el no puede echarse al ruedo
para buscar el voto ciudadano que los valide para seguir siendo presidente.
Para qué buscarle ruido al chicharrón!