Dorians es, seguramente, el seudónimo de un buen artista del pincel y hace 11 años plasmó en un muro de una pared cualquiera en ese entonces, frente a la playa en la Zona Dorada, el rostro de un cantante micrófono en mano y sombrero bombacho. Hoy, una década después, arriba hay un edificio de unos 20 pisos, aunque abajo permanece ese cuadro con respeto a Dorians y al artista que “sigue cantando”.
11 años después, el “cantante” ha resistido la salinidad, el oleaje, el tiempo y el vandalismo, pues del otro lado hay graffiti que para muchos es una parte de la anticultura y el rayar paredes sin razón o, como ciertos animales, orinar y marcar territorio.
De un tiempo a la fecha, apareció otro cuadro; este, un clásico vendedor ambulante en la vendimia de sombreros y artesanía en mano, suponemos que del mismo Dorians; luego otro cuadro más, aunque en aparecía con una técnica diferente de pintar, pero que describe en esos trazos la histórica música de banda con una gran tuba y una mujer en la fiesta, quizás en carnaval.
Una equinita de esa vieja pared que refleja el arte, la cultura y el folclor de nuestro querido Mazatlán.
