La joven de 20 años fue asesinada en febrero de 2013 y, aunque hay tres condenados, continúa el misterio sobre qué ocurrió la madrugada del crimen
Con tan solo 20 años, Karina del Pozo, una modelo ecuatoriana, nacida en Quito, fue víctima de un atroz crimen. Su desaparición y asesinato impulsaron la tipificación del femicidio en la normativa penal del Ecuador. Tres hombres fueron sentenciados en su caso, sin embargo, a nueve años de su muerte, aún hay versiones contradictorias y sucesos que no han sido esclarecidos. Uno de los condenados asegura que es inocente.
Karina del Pozo nació en 1993 y vivía en Quito con sus dos hermanos. Sus padres habían fallecido cuando era una niña. El martes 19 de febrero de 2013, la joven salió de su casa para cobrar la liquidación de un antiguo empleo en el Ministerio de Trabajo. Luego iría a dejar su hoja de vida en varios lugares con la intención de conseguir un nuevo trabajo.
La última vez que su familia la vio con vida, Karina estaba vestida de negro y tenía un collar con un dije de búho en el cuello.
Esa mañana, Karina se encontró con una amiga, María Cecilia Rivera Ortiz. Ambas se dedicaron a dejar sus carpetas en distintos lugares. Llegada la tarde, las dos jóvenes se reunieron, en un bar de la ciudad, con Juan Pablo Vaca, un joven que pretendía a Karina.
Vaca habría prometido llevar a Karina a su casa, pero en la noche insistió en dejar el bar e ir a su departamento, a 4 kilómetros del lugar en donde estaban. Eran alrededor de las 19, cuando Karina y María Cecilia decidieron aceptar la invitación de Vaca.
Los tres llegaron a un edificio en el sector de la Granda Centeno, en el centro norte de Quito. Vaca llamó a cuatro de sus amigos que se sumaron a la reunión: David Piña, José Antonio Sevilla, Nicolás León y Manuel Salazar.
La reunión de los jóvenes se extendió. Eran cerca de la una y treinta de la madrugada cuando Manuel Salazar se ofreció a dejar a todos en sus casas. Según las versiones del caso, el grupo estaba en estado de ebriedad, algunos más afectados que otros. Un par de ellos habrían fumado marihuana.
A las 02 de la madrugada, María Cecilia fue la primera en llegar a su vivienda, según el registro GPS de la camioneta de Manuel Salazar. El segundo en bajarse del vehículo fue Nicolás León, apenas 15 minutos después que María Cecilia.
En el auto quedaron Karina del Pozo y David Piña, que estaban en el asiento trasero, y José Antonio Sevilla y Manuel Salazar, que ocupaban los asientos del conductor y el copiloto.
La mañana del miércoles 20 de febrero de 2013, el hermano mayor de Karina, Milton del Pozo, notó que la joven no llegó a su casa. La llamó a su teléfono móvil, pero no contestaba. Karina estaba desaparecida.
La desaparición
La denuncia por la desaparición de la modelo quiteña ingresó a la Fiscalía General del Estado el 21 de febrero. Los primeros en rendir sus versiones sobre qué sucedió aquella noche fueron María Cecilia y Nicolás. Ambos dijeron que no sabían qué pasó con Karina, pues ellos llegaron a sus casas mientras que Karina continuaba en el vehículo con Piña, Salazar y Sevilla.
Un día después, el 22 de febrero, Manuel Salazar y José Sevilla acudieron a declarar. Los dos jóvenes, Manuel de 20 años y José de 21, dijeron que, en un punto del trayecto luego de dejar a María Cecilia y a Nicolás, Karina se bajó del auto de Salazar y tomó un taxi.
David Piña fue el último en presentar su versión sobre esa noche. Lo hizo el 23 de febrero. Piña contó que estaba borracho y que no recordaba lo que sucedió esa madrugada. El joven también dijo que Karina había tomado un taxi. A pesar de esa primera declaración, cuando el caso llegó a juicio, Piña dijo que no recordaba que Karina haya tomado un taxi, que no tenía memoria de aquella noche y que dio esa versión –sobre el taxi– por presión del oficial que tomó su declaración.
Los tres jóvenes sostuvieron en un primer momento que Karina se bajó de la camioneta de Salazar y que tomó un taxi en la Avenida Brasil, una arteria vial del norte de Quito.
Siete días después de la confusa desaparición de Karina, el 27 de febrero, la empresa que tenía acceso al GPS de la camioneta de Salazar informó que, la madrugada del 20 de febrero, el vehículo estuvo en Llano Chico, al norte de Quito a 9 kilómetros de donde los jóvenes estaban reunidos. Cuando las autoridades acudieron al lugar, encontraron el cuerpo de Karina del Pozo.
Los agentes policiales hallaron el cuerpo de Karina en una quebrada entre Llano Chico y Llano Grande. Lo primero que encontraron los uniformados fue el collar de búho que Karina llevaba puesto cuando salió de su casa. El cuerpo estaba en un grado avanzado de descomposición. Según los exámenes médico legales, Karina murió la madrugada del 20 de febrero.
El informe reveló que Karina tenía múltiples fracturas en su cráneo, sus uñas estaba impregnabas de tierra, había teñido hemorragia cerebral, presentaba signos de abuso sexual, había sido golpeada con una piedra en la cabeza y la habían estrangulado: “El cuerpo presentaba una fractura de 13cm por 11cm entre la bóveda y la base del cráneo. La mandíbula inferior estaba desalojada de la superior y el ojo izquierdo ausente”, se lee en el reporte forense.
Al encontrar el cadáver, las autoridades dictaron cargos en contra de María Cecilia Rivera, Manuel Salazar, David Piña, Nicolas León y José Sevilla.
Un día después, Karina fue sepultada.
Las versiones contradictorias
Con la formulación de cargos, los jóvenes empezaron a hablar y cambiaron su versión inicial, aquella que aseguraba que Karina tomó un taxi en la Avenida Brasil.
Por ejemplo, Manuel Salazar dijo que fue Piña quien le indicó como llegar a Llano Chico, el lugar en donde Karina fue asesinada. José Sevilla también contó otra historia y dijo que no recordaba qué sucedió en la camioneta de Salazar porque estaba ebrio y agregó un detalle importante, según Sevilla, él y Karina mantuvieron relaciones sexuales consentidas mientras estaban en la reunión en el departamento de Juan Pablo Vaca.
En sus nuevas versiones Salazar también dijo que intentó contarle lo sucedido a su mamá esa madrugada. El GPS de la camioneta de Salazar registró una visita a la casa de su madre a las 4 de la madrugada. Según el joven, Piña lo amenazó de agredir a su familia si hablaba. Sin embargo, esta versión no fue vinculada al proceso.
Salazar culpó a Piña por el delito y aseguró que el joven, que practicaba artes marciales, “atacó y mató a Karina, mientras él se quedó en el auto”. Además, según la versión de Salazar, Piña le habría preguntado: “¿Quieres ver cómo se mata a una puta?” antes de golpear a Karina con una piedra y abandonar su cuerpo.
Por su parte, David Piña, incluso hoy, insiste en que él se quedó dormido porque estaba sumamente borracho y que no recuerda qué sucedió aquella madrugada. Piña ha asegurado que la presión del cabo Oswaldo Aimacaña, que tomó su primera declaración, lo obligó a respaldar la versión de Salazar y de Sevilla sobre que Karina se subió a un taxi.
Algunos de los testigos que declararon en el caso señalaron que Juan Pablo Vaca, de 30 años, pretendía a Karina y también a una niña de 13 años. Otros dijeron que José Sevilla era conocido por su fama de “drogado y violador”. Las amigas más cercanas de Karina declararon que estaban sorprendidas de que la joven haya estado con María Cecilia Rivera y Juan Pablo Vaca, pues no era amiga de ninguno de ellos.
María Cecilia y Nicolás fueron desvinculados del caso, pero David Piña, como autor, Manuel Salazar y José Sevilla, como coautores, fueron sentenciados, en octubre de 2013, a 25 años de prisión por el asesinato de Karina del Pozo y al pago de USD 20.000 como reparación a los familiares de la joven.
Los sucesos confusos del caso
David Piña, que ahora tiene 34 años, fue condenado como autor del asesinato. El joven que fue trasladado a la cárcel de Latacunga, a 100 kilómetros de Quito, fue violado por cuatro reos de esa prisión, que luego fueron condenados a 29 años de cárcel por la agresión en contra del joven.
Piña ha asegurado en múltiples ocasiones que él es inocente e incluso hay una parte de la opinión pública que cree en su versión, pues existen inconsistencias en el caso que aún no han sido aclaradas.
Las declaraciones de Manuel Salazar y José Sevilla fueron contradictorias. Según los exámenes forenses realizados en marzo del 2013, a pocas semanas de la muerte de Karina, la sangre y saliva de la joven coincidía con la encontrada en el vehículo de Salazar.
Los allanamientos que se hicieron del caso encontraron que las sábanas, ropa y zapatos de José Sevilla y Manuel Salazar tenían restos de tierra y lodo iguales a los encontrados en el cuerpo de Karina. La defensa de Piña asegura que el joven llegó a su casa antes del crimen. Incluso en 2021, el abogado de David Piña pedirá a un investigador que compare la tierra del lugar en el que se halló el cuerpo de la víctima y la que se encontró en sus zapatos.
La defensa de Piña también asegura que en la mano de Karina del Pozo se encontraron cabellos de una mujer, por lo que habría una implicada en el crimen que no ha sido considerada.
Durante el juicio, Salazar y Sevilla se declararon culpables y sus informes psicológicos revelaron que tenían perfiles psicopáticos y de consumidores de droga.
En cambio, David Piña, sus abogados y personas que defienden su inocencia, aseguran que fue condenado por la versión de los otros dos implicados, pues nunca se encontraron evidencias en su contra. El perfil psicológico de Piña demostraría que no tenía comportamientos violentos.
Mientras leían la sentencia del caso, Piña fue el único que lloró inconsolablemente, según recoge el blog de Katy Rosales, que realiza seguimientos a las historias de varios crímenes cometidos en el país.
En una entrevista con Rosales, David Piña aseguró que la justicia falló en su contra por la presión mediática y política alrededor del caso, pues la desaparición y asesinato de Karina del Pozo causó una fuerte conmoción social.
“Fui sentenciado con la mitad de la versión de Salazar, una de las que cambió siete veces en el juicio incluidas las ampliaciones, pero el tribunal es enfático al dictar sentencia donde pone que gracias la mitad de la versión de Salazar ayudaron a esclarecer los hechos y me ponen como autor material del delito sin prueba alguna en mi contra”, aseguró Piña.
El joven asegura que es injusto que Salazar y Sevilla hayan sido condenados como coautores cuando existen evidencias en su contra como “los exámenes psicológicos, el ADN de Karina en sus ropas, en la camioneta, en los lugares que ellos iban y la tarjeta de memoria del celular de Kari en su billetera”. Según Piña, él es víctima de “un secuestro por parte del Estado” pues se puede demostrar que no estuvo en la escena del crimen, pero “la Fiscalía jamás dio paso a nada”.
En abril de 2022, un juez aceptó de forma parcial una acción de habeas corpus a favor de David Piña, sin que esto modifique su pena o le permita cumplir su condena en libertad. En la resolución del juez, se ordena que Piña reciba terapia psicológica por el abuso sexual que sufrió en el 2015 y que sea trasladado a centros de salud para recibir atención, cuantas veces sean necesarias.
El abogado Paúl Ocaña, que lleva el caso de Piña, aseguró a Teleamazonas que “en función de ello, hemos presentado el recurso de apelación ante la Corte Provincial, para seguir con nuestros argumentos y esperar que se nos atienda la solicitud. Nuevamente ha fallado la justicia en contra de David Piña”.
La tipificación de femicidio
Cuando Karina del Pozo fue asesinada, el femicidio aún no estaba tipificado en la legislación penal ecuatoriana, pese a que varios organismos de defensa de las mujeres ya habían señalado la necesidad de que este delito conste en la normativa del país.
José Luis del Pozo, primo de Karina, en abril del 2013, presentó ante la Asamblea Nacional un proyecto de Ley para sancionar los femicidios. La propuesta llevaba el nombre de Karina del Pozo.
En el 2014, unos meses después de que los tres jóvenes fueran sentenciados, el congreso de Ecuador aprobó las reformas al Código Orgánico Integral Penal y tipificó al femicidio como el delito en el que una persona “como resultado de relaciones de poder manifestadas en cualquier tipo de violencia, dé muerte a una mujer por el hecho de serlo o por su condición de género”. El femicidio en el Ecuador se sanciona con una pena de cárcel de veintidós a veintiséis años.
El caso de Karina del Pozo ha sido estudiado por las repercusiones sociales que generó y por el tratamiento que los medios de comunicación dieron a la desaparición y asesinato de la joven quiteña, pues se reprodujeron estereotipos misóginos y machistas que atribuían la culpa a la víctima.