«El Bacho», se le despide como se despide a los grandes: entre flores, música y el amor de todo un puerto»

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Mazatlán, Sinaloa.—

Hay despedidas que no son silenciosas, que suenan a tambora, que huelen a flores frescas y que están llenas de aplausos. Así fue hoy, martes, el adiós a Esteban Peraza Ramos, “El Bacho”, un hombre que convirtió su vida en fiesta, y la fiesta, en legado.

Frente al Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, decenas de personas se reunieron para darle el último adiós: familiares, amigos, reinas, embajadoras, artistas y compañeros que por años caminaron a su lado en los carnavales, en los desfiles, en los sueños.

El cortejo partió entre confeti, serpentinas y banda sinaloense, avanzando por las calles de Olas Altas, las mismas que tantas veces vibraron bajo su dirección, su energía y su amor por la tradición mazatleca. Cada paso fue una historia, cada flor una memoria, cada nota un “gracias” al hombre que ayudó a que Mazatlán nunca dejara de brillar.

“El Bacho” no solo organizaba carnavales; los vivía, los respiraba, los soñaba. Fue coordinador de Embajadoras y Reinas Hacedoras, pero sobre todo, fue un creador de sonrisas, un guardián de la alegría, un artista del alma colectiva del puerto.

En su despedida, el cielo parecía aplaudir con luz dorada. Mazatlán entero se detuvo un instante para decirle adiós, sabiendo que su esencia quedará en cada comparsa, en cada tamborazo, en cada reina coronada. Porque los grandes, como El Bacho, no se van: se vuelven parte de la historia viva de un pueblo que aprendió de él a celebrar la vida.

Hoy no se apaga su música, solo cambia de escenario.
Descansa en la fiesta eterna, querido Bacho… que el cielo también necesita carnaval.