*José y Jorge, persiguen sus sueños
*Rosaron los límites de la muerte
José Rafael y Jorge Ramos son dos artistas de la calle, músicos que persiguen sus sueños y se han aliado para enfrentar el reto. El primero le entiende muy bien a los instrumentos y el segundo es compositor y hábil en tocar empíricamente la trompeta y la guitarra. En dueto van en camino al triunfo.
En la entrevista José Rafael cuenta su historia que la “música le salvo la vida”, pues anduvo en su natal Guamuchil en la línea del peligro, muy cerca de los “malandros” que no llegaron a los 25 años y él ya rebaso los 33 octubres y “sigue haciendo lo que le da la gana”.
Afirma que ya tiene más de 15 años en la calle y también tocando con grupos musicales hasta en escenarios grandes. “Soy un sobreviviente de la calle y la música es para mí una religión, algo sagrado, es mi aportación a la sociedad”, afirma con orgullo Rafael.
Joven sencillo y abierto, como somos los sinaloenses, comenta que conoció a Jorge en la calle y se acoplaron. Hoy tienen una ruta diaria para cantar en lugares públicos, un horario y la forma “de llegarle a la gente”. No les va mal y en promedio logran de 500 a 700 pesos cada uno por día.
Jorge Ramos parece más introvertido, pero es un buen compositor y ya tiene una veintena de canciones. No se intimida por la crítica del reportero que le dice que la trompeta se escucha “regacha”, porque él le pone mucho amor a la música, pero más fe a sus composiciones.
Jorge es de Jiménez, Chihuahua, y antes de músico fue bailarín del H Estudio en su tierra Jiménez. Hoy, al lado de José Rafael, se impone otro reto y otra faceta de hacer el mejor dueto de Mazatlán.
José Rafael sale al quite de su compañero y dice que Jorge tiene varias virtudes y una de ellas que ambos “quieren crear un género porque los dos somos artistas. Nos tenemos confianza”, coinciden.
Jorge va más fondo y dice que quiere integrar un grupo musical y que tiene madera para ello, además de sus canciones. No soporta el encierro de 8 horas como burócrata y la música es lo suyo, incluso dice que “sueña sus canciones y cuando se despierta de inmediato las graba en el celular para que no se le olviden”.
Sin ser supersticioso afirma que tuvo un amigo, Eduardo Torres González, a quien lo mataron, pero que era un buen compositor y que ahora, en sus sueños, le
“pasa sus canciones”. Dice que Eduardo le decía: “Tú que estás del otro lado, muéstrame la luz”.