Gloria Navarro Ureña, a sus 85 años es una mujer que inspira y desde los 5 años empezó a trabajar. En sus ocho décadas ha sido mayormente vendedora ambulante y lo mejor de su vida fue tener a sus tres hijos; disfruta su trabajo, su existencia y quisiera “vivir otros 85 años”.
En la entrevista con rumbo al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, doña Gloria ya no ve con uno de sus ojos porque un oftalmólogo le daño la córnea, nos dice que de chiquita vendió tacos y aguas frescas y después empezó -y hasta ahora- en la venta de artesanías marinas de Mazatlán. Ella tiene su puesto en una contra esquina del mercado Pino Suárez, en el Centro.
Dice con satisfacción que sus hijos no quieren que ella siga en la venta de artesanías de conchas y caracoles, pero acepta que es su pasión y es su forma de ser útil, además de tener para comer.
“Lo más bonito en mi vida fue parir a mis hijos y el que más me ayudaba, el mayor ya murió del riñón; los otros dos, que viven también son maravillosos. Tengo nueve nietos y unos 15 bisnietos…”
Doña Gloria dijo, incluso, que en algunas temporadas hasta mantenía al marido cuando no se iba de “patrón en los barcos”. Medio en broma dijo que cuando se murió su marido, descansó, pero también que jamás agarró a otro hombre. “Si no me valoró al que le entregué mi juventud, menos otro cabrón”, subrayó.
Dijo que su mayor deseo es siempre tener salud y señala que otras mujeres de su edad tienen que “ser mejores, porque hay mujeres que con menos edad no se quieren levantar y prefieren quedarse en una silla de ruedas; es muy bonita la vida y más si pasa un chavalón por aquí…”
Casi para finalizar la entrevista, la señora de la ocho décadas pide a las demás mujeres que sean “buenas desde que se casan; sinceras, que no hagan menos al marido y buenas madres, aunque eduquen a los hijos a chingadazos, que es la manera de antes de educar”.
Luego cuenta que uno de sus hijos no supo de él por 20 años hasta que regresó de los Estados Unidos y que, al verla, se le hincó y le dijo: “Gracias madre porque me pegaste y me hiciste hombre; gracias porque me diste todo y por ti triunfé en los Estados Unidos…”
Finalmente, dijo que no le gusta llorar, porque muchas lágrimas son de hipocresía.