DOMINGRILLA POR FRANCISCO CHIQUETE

0
10

Feliciano se iba de jonrón, pero quedó en doblete; los empresarios piden paz, les dan cifras; las marchas en Mazatlán

FRANCISCO CHIQUETE

Parecía un jonrón. Sinaloa entero oreó desde la noche del jueves aquella vieja frase de “se va, se va…” En efecto, Felicino se va…. Se va… y no se fue. Ya iba camino al dogout y lo regresaron a segunda base, vivo, pero de bajo perfil.

El jonrón estelar del gobernador Rubén Rocha Moya no ocurrió y su slugging, se redujo con ese modesto doblete, porque apenas le alcanzó para retener, aunque degradado, a su muy cercano colaborador,+ quien cayó, de jefe teórico del gabinete, a secretario del montón por el que además se tuvieron que dar explicaciones justificatorias.

Hay algunas versiones que atribuyen al gobierno federal la sugerencia de reestructurar el gabinete de Rocha Moya, pero hay elementos para pensar también en situaciones de carácter muy local.

La salida de Ricardo Velarde era inaplazable. Más aún: Rocha Moya se tomó demasiado tiempo para decidirlo. Su despido no va a generar la aparición del joven Carlos Emilio, ni va a agotar la inconformidad que el caso ha generado en su familia y en la sociedad, con enormes impactos en el país y hasta en el extranjero, pero de alguna manera constituye un control de daños.

Rocha Moya todavía tuvo el valor de enviarlo como representante personal a un evento realizado aquí recientemente, asumiendo una defensa personal que ya no tenía sentido, pues los acontecimientos de la Terraza Valentinos expuesieron al Pity a una condena pública que no tiene efectos legales, pero igual es inapelable. Si le pide la renuncia desde el principio, el gobierno no se habría visto omiso, aunque se pueda alegar con razón, que el entonces funcionario no tuvo nada qué ver con los hechos.

Lo de Feliciano es un asunto todavía más local. Por razones de personalidad y de untuosidad política, cada intervención suya como vocero en materia de seguridad y como bombero para casos de emergencias, resultaba contraproducente.

¿En qué cabeza cabe que una sociedad agraviada por las constantes agresiones del crimen organizado puede sentirse satisfecha cuando le dicen que está equivocada en sus apreciaciones, en sus miedos y en su exigencia de seguridad para niños y adultos?; que “hay condiciones” para que salgan de compras, o a hacer vida nocturna, o que “hay condiciones” para reanudar las clases presenciales, aún a costo de que los alumnos se tiren al piso cada vez que escuchan las balaceras, o a costo de vidas inocentes, incluso de niños o adolescentes como “daños colaterales”?

Es cierto que la estrategia nacional es minimizar los efectos de la violencia, pero fingir normalidad y exigir que se la crean las víctimas y los sobrevivientes, es insensibilidad o daño cerebral.

Por cierto, dijo el gobernador que las designaciones recientes fueron pensadas con carácter técnico, que cada funcionario tiene las capacidades necesarias para desarrollarse en las áreas a las que fueron asignados. ¿De veras Feliciano tiene capacidad y sobre todo formación para ser interlocutor ante los inversionistas? ¿Tiene las condiciones mentales necesarias para enamorar e impulsar a los empresarios que vengan a desarrollar proyectos a Sinaloa? Tampoco es de extrañarse: David Moreno Lizárraga, exrector de la UAS, político de tiempo completo, grillo inverecundo y refugiado durante años en las trincheras de lois derechos humanos, fue designado hace dos años subsecretario de Planeación, Inversión y Financiamiento de la Secretaría de Administración y Finanzas.

Habrá que esperar a ver el desempeño de la diputada con licencia (¿se la alcanzaron a dar a tiempo?) Yeraldine Bonilla, dos veces legisladora local, ganadora la primera vez de la tómbola que en palabras del gobernador le permitió pasar de “meserita en Piaxtla” a representante popular, primero por Morena y después, cuando lo reclamó la ingeniería electoral, por el Partido Verde, tendrá que demostrar sus capacidades.

Después de la megalómana mano dura de Enrique Inzunza Cázares y el nihilismo de Feliciano Castro Meléndrez, a Yeraldine le será muy difícil borrar la impresión generalizada de que es una pieza menor, puesta ahí para que las decisiones se tomen en otro lado.

Omar Alejandro López Campos, nuevo titular de la Secretaría del Biednestar, ya tenía experiencia en el manejo de la burocracia del bienestar y el control de los programas sociales, de modo qu no se le puede regatear la experiencia. Lo aue no se sabe es qué hizo María Inés Pérez Corral psra que la echaran, siendo tan cercana del goberbador.

PIDEN PAN, NO LES DAN

Los empresarios locales tuvieron que soplarse la larga lista de estadísticas de mejoramiento que les recetó Omar García Harfuch, quien a sus reclamos de más seguridad y mayor efectividad, les respondió con un 47 por ciento de descenso en las cifras de asesinatos. Nadie iba a renegar porque las comparaciones son entre e punto más alto de la guerra narca y los días menos dolorosos, no entre promedios, eso se sabe.

De todos modos hay esperanzas de que se aplique un programa especial más efectivo para Mazatlán, y no se repita el absurdo de traer a tres mil elementos más, dando vueltas por las calles de la ciudad en que no pasa nada, mientras los asesinos siguen haciendo de las suyas en otros puntos.

García Harfuch se pasea triunfal por el país con sus números flamantes, lustrosos, y no se le puede negar que ahora sí hay enfrentamientos, acción, pero de eso a que como dijo aquel procurador, “vamos ganando le guerra aunque no lo parezca”, todavía falta mucho.

LAS MARCHAS

El jueves antes de la sacudida al gabinete, todavía había ilusos que sintiendo el poder en sus manos, dedicaban sus esfuerzos a perseguir a quienes, les dijeron, alentaban la marcha del sábado. Eso es no tener ni tantito decoro.

Por cierto, las marchas fueron tres. La de la familia, que era natural, lógica, con todo y los oportunistas que fueron a tomarse la foto con la mamá de Carlos Emilio; la de ciudadanos que exigen paz y tranquilidad de manera general, y una muy significativa: la de las iglesias evangélicas, que salieron con todo y personajes de relativamente cercana adquisición, “por Cristo y por la paz”.

Esta última es muy relevante porque las iglesias evangélicas han sido fieles aliadas de la Cuarta Transformación. Andrés Manuel López Obrador tuvo por ellas una clara predilección ange la iglesia católica, y los evangélicos le correspondieron con una actitud acrítica, incluso de apoyo en los momentos duros. Que se hayan atrevido a salir y manifestar su insatisfacción por el estado de cosas en materia de seguridad, es muy llamativo, quizá hasta ilustrativo.