DOMINGRILLA POR FRANCISCO CHIQUETE

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La real percepción de la realidad; A García Harfuch le contestan cada golpe; Niegan ayuda a empresarios

FRANCISCO CHIQUETE
Culiacán inició el sábado con una terrible noticia: se incendió la Plaza del Valle, una de las más populares de la capital del estado. Contra la costumbre, hasta el momento de escribir esta entrega, n o se había adelantado ningúnA hipótesis sobre el origen del siniestro, de modo que flota en el aire el temor de que no se trató de un accidente.

En Mazatlán pasó lo mismo con la conflagración en el Museo de Arte. Las primeras reacciones fueron de indignación porque “la delincuencia está llegando demasiado lejos”. Por fortuna el responsable de Protección Civil, Óscar Tirado, dio una explicación oportuna y convincente sobre lo que provocó ese incidente.

Estos casos sirven para ilustrar la difícil circunstancia de un estado, el nuestro, en que las autoridades se han vuelto involuntariamente Kantianas, al tratar de aplicar aquel aforismo de don Emmanuel: ya que no podemos cambiar la realidad, cambiemos la percepción de la realidad.

Hasta antes de la llegada de Omar García Harfuch, las únicas acciones concretas del gobierno consistían en algunos recorridos por parte de las fuerzas armadas, y el llamado machacón a recuperar las calles, porque los índices delictivos bajan, “aunque sea poco a poco”. Pero la sociedad se resiste a cambiar su percepción de la realidad, y difícilmente lo va a hacer en el corto plazo.

Con García Harfuch en nuestro territorio -Batman para sus cuates y detractores-ha habido algunos golpes importantes, como el decomiso de una tonelada cien kilos de pastillas de fentanilo, y la detención de un grupo presentado como miembros de la cúpula de los chapitos, pero cada uno de esos hechos ha sido respondido con acciones cada vez más violentas, como el ataque a dos patrullas de la Policía Estatal Preventiva, cuando los elementos se dirigían, irónicamente, a su festejo por el Día del Policía.

Es un golpe maestro, directo a la confianza de la comunidad. Si no son capaces de cuidarse ellos mismos, difícilmente pueden cuidarnos a nosotros, fue la conclusión, sobre todo después de escuchar el reclamo impotente del secretario estatal de Seguridad Pública, Gerardo Mérida Sánchez, quien pidió a los delincuentes “ir a hacer sus cochinadas entre ellos y no meterse con los policías y con la sociedad”. Se entiende la indignación, se deplora la impotencia.

Aunque el propio secretario fderal de seguridad advirtió que la solución no sería rápida, por lo pronto no se ve que vayamos a alcanzar la ansiada paz en un tiempo razonable.

¿NO HABÍA?
La presidenta Claudia Sheinbaum explicó que García Harfush permanecería en Sinaloa el tiempo necesario para construir la paz, y que su labor fundamental era generar la coordinación necesaria entre las fuerzas del orden. Luego reflexionó, dándose cuenta de lo que eso implicaba, y precisó: no es que no hubiera, pero se tenía que acentuar.
A juzgar por la forma en que se han desarrollado las cosas en Sinaloa, la coordinación era más declarativa que efectiva. Las diferentes corporaciones se veían juntas sólo en los escenarios de algún crimen, unos encintando el área, otros manejando el cadáver o resguardando, como si el muerto se les pudiera escapar.


Fuera de eso, no hemos visto nada ni mucho menos hemos percibido resultados. Si García Harfush logra que se genere un espíritu de cuerpo y sobre todo si descifran el jeroglífico de la doble guerra de guerrillas que aplican los bandos enfrentados, habrá hecho un gran servicio que mucho agradeceremos los sinaloenses.

En cambio lo que nos tiene desconcertados y a muchos indignados, es la seca negativa presidencial a la demanda de ayuda para superar la crisis económica. La mejor ayuda que les podemos dar es que esté Omar García Harfush allá, dijo la presidenta. Se entiende que es un elemento importante, quizá definitorio en un esfuerzo como el que se necesita en nuestro estado, pero la cuestión económica también es un renglón que debe analizarse y resolverse.

No es fácil. Los empresarios hablan de pérdidas multimillonarias y de apoyos por los mismos rumbos, que obviamente asustan a cualquier burócrata que por naturaleza siente que el dinero público es suyo y es él o ella quien debe decidir a dónde se va. Sumemos a eso que el presupuesto está muy comprometido. Entre la obligación e reducir el déficit fiscal, la idea de aumentar el reparto de efectivo vía programas sociales, y las perspectivas de bajo crecimiento en nuestra economía, no suena realizable una distracción económica de cierto nivel.

La presidenta contaba con que este año no sería necesario hacer desembolsos en las obras de López Obrador, pero sólo en el tren maya, será necesario meter más de once mil millones de pesos, mientras sus ingresos andan por debajo de los ciento cincuenta millones. Imagínese la Refinería que no refina, el tren transístmico, Mexicana de Aviación y tantas otras extravagancias que se emprendieron.

No se puede contra tanto. Aunque la presidenta deje una imagen de insensible, no habrá quién la saque de su esquema financiero. La conclusión podría ser algo así como “rásquense con sus propias uñas”.

EL PASADO, CADA
VEZ MÁS PRESENTE
Muchos dentro y fuera de la autollamada Cuarta Transformación, creían que Claudia Sheinbaum se iría deshaciendo paulatinamente de los personajes que le heredó Andrés Manuel Lopez Obrador, y que a mediano plazo conformaría un gabinete propio. Ella misma pareció dar una pista en ese sentido, cuando anunció que en enero haría una renovación al gobierno y de ahí saldría el equipo con que trabajará.


Ya hay algunas disposiciones legales que crean nuevos espacios, como la Secretaría de la Mujer, e instrucciones para la sustitución formal de los organismos constitucionales que fueron demolidos para evitar los contrapesos, pero no aparecen las señales de cambio, ni se perfilan sustituciones importantes. Por el contrario, en un evidente cumplimiento de los compromisos adquiridos con el expresidente, la doctora Sheinbaum anunció la inclusión en el equipo de trabajo, de los exgobernadores morenistas que se van desocupando.

¿Usted cree que el país necesite para algo a gente tan ineficaz como Cuitláhuac García o como Rutilo Escandón, los señores que recién entregaron los gobiernos de Veracruz y Chiapas, respectivamente? En ambos estados se advierte un retraso grave respecto de sus condiciones anteriores. Y eso que los veracruzanos venían de sufrir las presencias de Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes Linares, que dejaron temblando a las finanzas y a la sociedad. El chiapaneco Rutilp Escandón no se queda atrás. Envuelto en escándalos de todo tipo, incluso de corrupción, deja una entidad con grandes extensiones del territorio en manos del crimen organizado o sometida a disputas entre los propios grupos delictivos. Es tan mala la situación ahí, que la gente se fue a pedir refugio en Guatemala. Imagínese.

Llevarse a esos personajes, más los que se vayan desocupando, es lamentable y penoso. Sólo se puede explicar con los compromisos transexenales en la cúpula morenista.
Cuando López Obrador se llevó a ex gobernadores, lo hizo para debilitar a los partidos opositores.


Quirino Ordaz hizo química con AMLO y se fue de embajador a España; Claudia Pavlovich Arellano terminó su periodo de gobernadora en Sonora y se fue de cónsul mexicana en Barcelona; Alejandro Murat no sólo dio el brinco, también le entró a la política electoral y se fue a conseguir votos para Morena, de modo que hoy es senador por Oaxaca.

Pero los morenistas ¿qué dan? A juicio de muchos, la presidenta está perdiendo a oportunidad de deshacerse de ellos o de esconderlos mientras se serenan las pasiones que sus administraciones dejaron encendidas