Estalló el escándalo; Rocha niega todo y pide a la FGR atraer el caso Cuén; El agandalle legislativo inició en Sinaloa
Sinaloa está metido en uno de los problemas políticos más fuertes de su historia. No se trata de las personalidades presuntamente involucradas, sino de las implicaciones que tienen las presuntas declaraciones del Mayo Zambada, al presentarse como víctima de un secuestro cuando se preparaba para mediar en el problema político existente entre Héctor Melesio Cuén Ojeda y el gobernador Rubén Rocha Moya.
La carta con que Zambada presenta su posición muestra lo que tanto se ha negado: la presencia del crimen organizado en decisiones centrales de la vida pública sinaloense. Las acusaciones de esa situación son frecuentes para el ámbito nacional, sólo que sin un fondo declarativo tan impactante como el que proviene del jefe más longevo del mundillo delictivo.
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Hasta hoy, la polémica se ha centrado en el supuesto de que Zambada bajó de sus escondites para reunirse con Héctor Melesio Cuén Ojeda y el gobernador Rubén Rocha Moya, a instancias de Joaquín Guzmán López, en condiciones de mediación. Cuén ya no está aquí para defenderse y el gobernador sostiene que es falso, que él no tenía disposición ni conocimiento de la reunión y ni siquiera se encontraba en Sinaloa en la fecha de los hechos -el 25 de julio pasado-.
Hay quienes encuentran intencionalidad en el hecho de que esta carta tan reveladora aparezca precisamente cuando el presidente casi saliente y la presidenta entrante se encuentran en Sinaloa, estado al que se considera epicentro no sólo del narcotráfico, sino de los acontecimientos tan discutidos, como la detención del Mayo y la entrega voluntaria de Guzmán López.
Por principio de cuentas, está el caso de Cuén: si como afirma Zambada, fue baleado en el lugar donde iba a ser la reunión ¿por qué la Fiscalía da por buena la versión de un asalto en una gasolinera del páramo lejano? ¿Porque la fiscal sostiene que hay testigos de que los asaltantes en motocicleta existieron y actuaron?
El problema de la fiscal es que dice tener un video que, como las actas electorales de Maduro, nomás no aparecen.
El otro lado es la referencia al gobernador, a quien Zambada consideraba parte del encuentro. En realidad, no hay una precisión realmente contundente. A Zambada le dijeron que Rocha estaría, pero como se dice en este gobierno, “no hay pruebas”. El problema es que a Rocha ya lo pusieron en la duda pública, en que de por sí ya se encontraba por el mero hecho de haber sido enemigo político de Cuén, al momento de su asesinato.
Fue evidente que Rocha recibió el espaldarazo pleno del presidente saliente y de la presidenta electa ante esta referencia de la supuesta reunión. Ambos dejaron cualquier expresión sobre el tema para después que el propio gobernador diera sus puntos de vista y finalmente hicieron sentir que no tomaban en cuenta los señalamientos.
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A Rocha se le abrió la oportunidad de defenderse, delante de ellos, en el evento único de la visita presidencial: la inauguración del Hospital General de Culiacán. Por supuesto, el tema era la salud, el vuelo maravilloso de nuestro país hacia los niveles de Dinamarca, al que habremos de arribar plenamente tan pronto como llegue el mes de septiembre, pero también se habló de crímenes.
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