FRANCISCO CHIQUETE
Nunca será tarde para sentarse a reflexionar sobre lo que significa el ocho de marzo para el país. No es sólo el día en que las mujeres salen a marchar por las calles. Es el día en que se expresan demandas, aspiraciones, exigencias y corajes. Corajes muy justificados ante una organización social que no atiende el grave problema del maltrato y discriminación de la mujer.
Por todos lados se pudo observar a verdaderos ríos de mujeres que superaron todas las expectativas. Más bien casi todas, porque la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheimbaum estimó que aunque fueron muchas participantes, “el zócalo nunca se vio lleno”. No le mereció crédito que el desfile haya empezado a la una de la tarde y continuara prácticamente con la misma intensidad, a las nueve de la noche. Cuando ya les habían apagado las luces de la plaza.
Y eso que ella aspira a la opinión mayoritaria de las mujeres para ser candidata a la presidencia, y luego el voto mayoritario de ellas para ser la primera mujer presidenta.
Incluso en Mazatlán donde las participaciones no suelen ser muy masivas, el malecón se iluminó con una marcha alegre, vocinglera, de mujeres que expresaron sus puntos de vista sin el peso de la amargura. Hay que reconocerlo porque no es fácil salir a protestar sin que aflore el rencor que dejan los feminicidios, las agresiones familiares y callejeras a muchas mujeres, los crímenes contra madres, hermanas o hijas que no quieren dejar a sus desaparecidos en el olvido y salen a rastrear la posibilidad de encontrar sus restos.
EL enojo ante una impunidad rampante que permite que esos casos se repitan una y otra vez, sin que las autoridades encargadas cumplan con su trabajo, mostrando al menos empatía con las víctimas, mientras sus jefes sueltan discursos políticamente correctos.
Es una falla de la sociedad entera.
Ni como padres de familia ni como miembros de una comunidad, hemos sido capaces de generar una actitud distinta. Muchos jóvenes siguen viviendo sus relaciones en el prototipo machista, como viven los empresarios. pues a pesar de la marea femenil que avasalla en los puestos de trabajo, les siguen regateando los salarios porque son mujeres.
Un gobierno que sostiene una actitud ajena. El miércoles ocho, ante mujeres de su partido, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que ya se superó aquella exigencia de “la cuarta transformación debe ser feminista o no será”. Sin ofrecer elementos, dijo simplemente que ya lo es. Y como ya lo es, las mujeres deben ponerse a trabajar en la transformación de la sociedad, es decir, sus exigencias ya están superadas y quizás hasta canceladas. Cumplidas no, todos lo sabemos.Hay muchos casos pendientes en la Fiscalía General del Estado. Uno de los más dolorosos es el de la madre rastreadora asesinada en Elota en agosto del año pasado por no dejar de buscar a su hijo. Rosario Lilian Rodríguez sigue sin justicia. Pese a los intentos, no se ha concretado nada a favor de las madres rastreadoras. Ni siquiera el elemental derecho de hacer su desgarrador esfuerzo sin temor de perder la vida o que agredan al resto de la familia.
En todos los estados del país el panorama es desolador, sobre todo en materia de seguridad, pero todas las instancias de gobierno se solazan citando y recitando cifras y estadísticas que sólo a ellas satisfacen.
Un punto gravísimo ocurrió en Monterrey, con la secretaria de las Mujeres del gobierno de Nuevo León (el de Samuelito, el de Convergencia). La señora tuvo a bien decir que no había desaparecidas, sino muchachas que se ausentan del hogar. Y todavía Graciela Guadalupe Buchanan Ortega (así se llama la fulana) dijo que salía a disculparse y se disculpó ante “quienes entendieron de otro modo mis palabras”.
Lo vivimos en Sinaloa hace muchos años. Los narcos salían a las calles y escogían a la muchacha que se iban a llevar, incluso sin conocimiento previo. Jorge Chávez Castro, procurador de Justicia con Antonio Toledo Corro, dijo, ante esa ola de raptos, que no eran tales, sino “apareamientos prematuros”. Chávez Castro era una persona muy reconocida por sus saberes jurídicos y su papel en la sociedad culiacanense, pero así de reducido veía el problema, allá por el arranque de los ochenta. Cuarenta años después hay quienes siguen pensando igual, y se trata de una mujer.Hay muchos casos pendientes en la Fiscalía General del Estado. Uno de los más dolorosos es el de la madre rastreadora asesinada en Elota en agosto del año pasado por no dejar de buscar a su hijo. Rosario Lilian Rodríguez sigue sin justicia. Pese a los intentos, no se ha concretado nada a favor de las madres rastreadoras. Ni siquiera el elemental derecho de hacer su desgarrador esfuerzo sin temor de perder la vida o que agredan al resto de la familia.
En todos los estados del país el panorama es desolador, sobre todo en materia de seguridad, pero todas las instancias de gobierno se solazan citando y recitando cifras y estadísticas que sólo a ellas satisfacen.
Un punto gravísimo ocurrió en Monterrey, con la secretaria de las Mujeres del gobierno de Nuevo León (el de Samuelito, el de Convergencia). La señora tuvo a bien decir que no había desaparecidas, sino muchachas que se ausentan del hogar. Y todavía Graciela Guadalupe Buchanan Ortega (así se llama la fulana) dijo que salía a disculparse y se disculpó ante “quienes entendieron de otro modo mis palabras”.
Lo vivimos en Sinaloa hace muchos años. Los narcos salían a las calles y escogían a la muchacha que se iban a llevar, incluso sin conocimiento previo. Jorge Chávez Castro, procurador de Justicia con Antonio Toledo Corro, dijo, ante esa ola de raptos, que no eran tales, sino “apareamientos prematuros”. Chávez Castro era una persona muy reconocida por sus saberes jurídicos y su papel en la sociedad culiacanense, pero así de reducido veía el problema, allá por el arranque de los ochenta. Cuarenta años después hay quienes siguen pensando igual, y se trata de una mujer.
CUÉN PIENSA QUE TAL VEZ
SERÍA BUENO DEJAR A MORENA
Como el amante despechado que ve a su pareja huyéndole, Héctor Melesio Cuén Ojeda reflexiona y por fin considera que tal vez sea hora de analizar la posibilidad de dejar su romance con Morena, donde lo han golpeado, arrastrado, exhibido y amenazan con pegarle más, donde más le duele: el control de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
En las escasas cosas que había aceptado decir sobre su curiosa relación con el gobierno de Sinaloa, Cuén advertía que las oposiciones están destruidas y mencionaba los casos de los partidos tradicionales, estableciendo que si él hubiese asumido el papel de contrapeso en Sinaloa, ya estaría borrado del mapa político.
Dos semanas después, ese es precisamente el camino que lleva. El Congreso del Estado da entrada a una Iniciativa de Reforma a la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Sinaloa, que cuenta con el respaldo de todas las fracciones y corrientes, excepto la del PAS, por supuesto.
Es obvio que la iniciativa será aprobada por los treinta y cinco diputados de Morena, PRI, PAN, MC e independientes, aún cuando la Ley General de Educación Superior obligue a que esas iniciativas sólo puedan ser emitidas con el consenso de la comunidad universitaria y sus organismos representativos.
Aún no existe esa legislación y la batalla jurídica ya empezó. Solicitudes de amparo de consejeros universitarios contra la nueva Ley de Educación del Estado fueron aceptados en el octavo juzgado de distrito y se concedió la suspensión provisional. Aún este hecho tan concreto y específico, ha sido motivo de debate porque los diputados oficialistas y los seguidores de Morena sostienen que esa suspensión provisional no tiene ningún efecto y hasta hay quien se atreve a desmentirla, simplemente.
Es previsible que al final Héctor Melesio Cuén sea desplazado del centro de gravedad en el mando universitario, ese que él niega tener en sus manos. Su única posibilidad es generar un movimiento estudiantil intenso, arrollador, pero por lo pronto le van ganando el jalón. Quienes se están movilizando son los morenistas.
Dice el rector Jesús Madueña que esta agresión del estado es equiparable a la de Antonio Toledo Corro contra la UAS, ocurrida en 1981. Me parece que no. Toledo pretendió reducir a la Universidad, quitarle el derecho (y el dinero) para impartir la educación media superior. Por largos meses se quedó con el dinero correspondiente a las prepas, para financiar su proyecto del Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa.
Se encontró con una institución capaz de responder cohesionadamente, a pesar de las serias divisiones internas y con un rector, Jorge Medina Viedas, que manejó el asunto con inteligencia y valentía. Rubén Rocha Moya tuvo también un papel destacado en la lucha, como secretario general del Sindicato de Académicos de la Universidad.
Hoy en cambio la intromisión en la vida universitaria si busca violar la autonomía en los términos en que ahora se ejerce, pero es más bien un asunto político. Una y otra partes deberán tener una gran habilidad para vender sus respectivas versiones a la comunidad de la UAS, ya para excitarla hacia la movilización, ya para detenerla.
Algo que inteligentemente han hecho sentir las autoridades de la UAS, es que Morena busca desplazarlos para colocar a los suyos. El sólo desmentido de la dirigente estatal Merary Villegas es una invitación a creerlo. “No se trata de quítate tú para ponerme yo”, dijo. Pero todo apunta hacia allá, un interés combinado con la venganza de una clase política universitaria que fue derrotada y desplazada por Cuén, incluso violentando derechos laborales, para establecer un reinado que ya se prolonga por dieciocho años.
Como el asunto va a fondo, a Cuén le dieron una nueva cachetada que ya es del dominio público: le pusieron enfrente a un nuevo coordinador de la campaña adelantada para corcholatear a Adán Augusto López Hernández. El diputado Ambrosio Chávez, que alguna vez soñó con dirigir al Congreso, fue presentado por el mismísimo gobernador, en las oficinas de gobierno y con un subsecretario de Gobernación presente, como el nuevo coordinador, que entraba en lugar “del otro”.Y Cuén, rayando en la inocencia, dijo que “bienvenido otro coordinador” y que podían venir otro u otros dos más, porque se trata de sumar. Al parecer poco después le cayó el veinte y empezó a pensar que a la elección del 2024 el PAS podría ir solo o con algún otro partido nacional. Parece que en su interior bullía un gusanito que le manifestaba la sospecha de que en Morena no los quieren. Por lo pronto él y el gobernador parecen empeñados en sustituir al dueto Pimpinela, aquel que interpretaba dramas de amor y desamor.
Si alguien piensa que el gobernador Rubén Rocha Moya está actuando por su cuenta, “mal aconsejado”, como quiere justificarlo Cuén, debe considerar que en Sonora acaban de pasar por el mismo proceso y que el Congreso Morenista sacó adelante una nueva Ley Orgánica de la UniSon, contra viento y marea, sin respetar el criterio de los universitarios.
Por si fuera poco, el jueves el diputado de Morena Armando Contreras, revivió una iniciativa para quitarle a la Junta de gobierno de la UNAM la facultad de nombrar rector, para que haya elecciones universales. Contreras ni siquiera es egresado de la UNAM, sino de la UABJO, de su natal Oaxaca.
Como se ve en todos los casos, nadie se interesa por la cuestión académica ni por la mejoría en los recursos. El propósito de todas las reformas o propuestas de reformas es modificar la forma de elección de autoridades. Es ir por el poder sin cortapisas ni máscaras. Las Universidades Autónomas son de las pocas cosas piezas que le quedan sueltas a la Cuarta Transformación.
COSAS DE LA EDAD
El presiente Andrés Manuel López Obrador, en su vehemente defensa contra las agresiones de congresistas estadunidenses del Partido Republicano, aseveró que en México no conocemos el fentanilo, ni lo conocemos.
Ni modo, aunque el presidente insista en que no son iguales a los anteriores, con la misma vehemencia, los gobernantes corruptos e ineficientes de antes aseveraban que México no tenía problemas por consumo de drogas. “Somos un país de paso” para el trasiego de la droga, aseveraban mientras la bronca crecía a tales niveles que hoy tenemos a miles de chamacos afectados por ese fenómeno, y a miles más, muertos por la lucha contra los cárteles y sobre todo por la lucha entre los cárteles.
No son iguales, pero cada vez se parecen más.