Los niveles altos de azúcar los pueden padecer todas las personas, sin importar si tienen diabetes o no. Por eso, es importante conocer estas cuatro señales básicas para saber si hay algún problema
En muchas ocasiones pensamos que tener los niveles de azúcar altos es algo que sólo le puede pasar a las personas que tienen diabetes, pero esto no es cierto. Es claro que los diabéticos son más propensos, pero no son los únicos que pueden sufrirlo. El tener niveles de azúcar altos en la sangre, puede ser muy peligroso si no se trata a tiempo.
Por ello, es importante saber identificar cuando se tiene este problema. Así podremos acudir al médico y tratarnos correctamente para evitar mayores complicaciones. Si no sabemos controlar nuestros niveles de azúcar, serán órganos como el corazón o nuestro sistema circulatorio el que podría padecer.
Esta condición se puede dar por infecciones, medicamentos o desfases hormonales, además de la razón obvia de exceso en el consumo de hidratos de carbono. En cualquier caso, te compartimos cuatro síntomas de alerta para saber que tienes los niveles de glucosa en la sangre, altos.
Las señales de que el azúcar en sangre está alta
Es muy importante darse cuenta a tiempo cuando los niveles de azúcar en la sangre están altos. Por eso, que te compartimos cuatro señales y síntomas de que esto está pasando. Así podrás tomar medidas propias y también acudir con el médico para cuidar tu estado de salud.
1.- El primero es tener que ir a orinar de manera continua. Esto porque el azúcar se va acumulando y tu cuerpo necesita deshacerse de ella. Esta forma es la más simple.
2.- También se puede presentar la visión borrosa. Sucede porque los mecanismos internos del ojo se inflaman y afectan la nitidez de la visión. Es importante correr al médico en ese momento.
3.- Continuamente tenemos sed. Esto es lógico, pensando en el primer punto, es decir, el exceso de visitas al baño. El líquido de los tejidos se expulsa junto a la glucosa, el cuerpo se deshidrata y hay más sed de lo normal.
4.- El último es el de la fatiga. Nos cansamos más rápido de lo normal y podemos tener dolor de cabeza crónico.