Sepultan en Rosario a víctima de secuestro
y asesinato; en Culiacán consignan ante un
juez a tres de los presuntos responsables
En la sociedad de Rosario, la conmoción fue grande. Cientos de personas se acercaron por la noche al velatorio de Ernesto Valdez Solano, cuya familia tiene gran arraigo en la ciudad asilo. El acompañamiento era sincero, dolorido y enojado por la pérdida y por la canallada que implica el delito de secuestro, agravado por la muerte de la víctima.
En Culiacán, mientras tanto, la Procuraduría General de Justicia del Estado anunciaba la consignación de cuatro detenidos en relación al caso. La PGJE estima que los elementos puestos a disposición de juez en turno son suficientes para que los detenidos sean sometidos a proceso, u finalmente sentenciados por los delitos de privación ilegal de la libertad, en su modalidad de secuestro; asesinato; crimen organizado, posesión de armas exclusivas del ejército y otros más.
Entre los rosarenses hay congoja. La familia Valdez Solano es conocida como gente de trabajo, empresario que empezaron muy modestamente con la mueblería Baluarte y que con esfuerzo crearon una cadena por toda la entidad. Son personas cercanas, participativas en la vida comunal de esta ciudad, de las que no los han alejado ni el éxito de los negocios ni la intensidad del trabajo.
Las viejas familias de la región, las autoridades municipales, los representantes del estado, el empresariado de toda la entidad se acercaron, se hicieron presentes, acompañaron a esta familia cuya única expresión sobre el asunto es que no guardan rencor, a pesar de la intensidad del dolor que les causa la pérdida.
Ernesto Valdez Solano fue secuestrado en Culiacán, donde tenía su negocio de restaurant, y su familia quedó sometida a una penosa negociación en que los captores exigían el pago de 70 millones de pesos como rescate. Hay una versión no confirmada, de que se había hecho ya un pago, aunque no por la cantidad exigida, pero que la banda operaba siempre asesinando al secuestrado, incluso ya cumplidas las exigencias.
El caso salió a descubierto porque el lunes anterior, una célula delictiva se enfrentó prolongadamente a balazos con las diversas corporaciones policíacas, en una acción que dio la vuelta al mundo por la intensidad y duración del intercambio de disparos.
Cuando finalmente se terminó el enfrentamiento, la policía encontró a dos sicarios abatidos y un tercer cadáver dentro de la casa de seguridad donde se atrincheraron. El tercer cuerpo era el de Ernesto Valdez Solano, quien de acuerdo con las pruebas invocadas por la Procuraduría, murió asesinado a balazos unas dos horas antes de la refriega.
De todos modos, hay una polémica sobre si fracasó el operativo policíaco para rescatar al empresario, o si efectivamente la banda decidió ultimarlo una vez concluidas las negociaciones.
El procurador Miguel Ángel Gómez apareció en público al día siguiente de los acontecimientos, revelando los detalles del enfrentamiento y de la forma de operar de la banda.
Ayer fue consignado Jaime Eduardo Quevedo Gastélum, quien también dio el nombre de Jaime Carrillo Quevedo, y se identificó como hijo del desaparecido Rodolfo Carrillo Fuentes, a su vez hermano de Amado y Vicente Carrillo Fuentes.
Quevedo Gastélum es señalado como la cabeza del grupo delictivo; estaba acompañado por Luis Alberto Pérez Jacobo, José de Jesús Sosa Paredes y Juan Luis Castro Godoy. Los cuatro deberán esperar a que el juez cuarto les dicte auto de formal prisión, o de libertad en un plazo de 72 horas, a menos que los abogados soliciten una duplicación del término.
De acuerdo con la versión del procurador, esta banda tenía un largo historial de secuestros en Sinaloa, incluyendo al propio abuelo materno de Jaime Eduardo. Ernesto es mencionado como su mejor amigo por la tía del presunto delincuente, Laura Quevedo, a tal punto que ella consideró necesario hacer aclaraciones, a través del portal Cafénegro, en el sentido de que ella no “puso” al secuestrado.
Por el contrario, dijo, le sorprendió saber que su sobrino, al que ella dio crianza cuando murieron los padres –en aquella famosa balacera del Cinépolis de Culiacán, en 2004- era el responsable del secuestor y asesinato de quien ella consideraba como su mejor amigo, y luego saber que también había secuestrado y asesinado al padre de ella y abuelo del propio joven.