*De las tortas a las sinfonías
*Amor por el trabajo y la vida
Antonio Martínez Gárate es un microempresario de la cocina, chef autodidacta, pero de profesión músico saxofonista ya que estudio en el Ángela Peralta hasta dominar ese instrumento. No se molesta que le digan tortero, de hecho su negocio se llama “Tony’s Burguer” y está casi en una de las esquinas del histórico mercado “José María Pino Suárez”. Tiene 32 años de historia en la comida y alrededor de 10 como saxofonista.
Es un hombre culto, preparado en la vida y hasta domina el inglés. Sencillo, abierto, un buen personaje de Mazatlán que lo mismo en las mañanas se mete a la cocina que por las tardes o noche toca en un restaurante de la Plaza Machado o, de plano, se sale al quiosco de ese espacio público en el corazón del Centro Histórico de Mazatlán.
En la entrevista nos dice que prepara, con su equipo de cuatro guapas mujeres, tortas, hamburguesas, tacos, quesadillas, chilaquiles y vende “combos” de esta comida. También tiene licuados, jugos, papas a la francesa, hotcakes y otras sabrosuras más.
Las tortas son las que más se venden y a mucha gente les gusta de camarón, de pierna, pollo, jamón y queso y están las “especiales”.
Tony, un hombre cuarentón, afirma que la comida tiene sus secretos y debe entregarse sabrosa, fresca, caliente y con productos de calidad, pero lo nuestro es “lo casero y una buena atención; creo que ese es nuestro secreto, atender bien a las personas”.
El saxofonista dice que una de las cosas bonitas en su vida es beneficiar con su trabajo a cuatro personas que le ayudan en la elaboración de esta comida; son empleos y están contentas.
Sobre el saxofón, dice con una sonrisa, que la música es el más sublime de los placeres y tocó el “sax” porque siempre me ha gustado y ahora, después de diez años, ahota tengo más amigos, algunos son guitarristas, saxofonistas y hasta cantantes. “Donde hay música estoy involucrado”, agrega.
Comenta que su trabajo y negocio son las tortas y el saxofón es su “hobby”, pero ahora ambos me dejan dinero. Afirma que empezó a tocar en la calle, en la Plaza Machado, y que ahora algunos restaurantes de la zona lo contratan.
Finalmente, dice que el “sax” es lo máximo, que se transforma cuando está tocando y que no conoce ni ve a nadie; está concentrado en su música, aunque toca varios géneros, sobre todo blues y jazz.