A través de los siglos, los indígenas sinaloenses perviven en el sentimiento de este baile que es poesía y raíz viva
Jessi Rivera se posesiona de su personaje. De los pies a la cabeza sube una corriente eléctrica, pasional, que lo va convirtiendo en venado hasta empujarlo a ejecutar una danza ancestral que en efecto, reproduce los movimientos instintivos del venado. Ejecutado sobre la playa, en medio de un entorno realmente natural, se aprecia una posesión, más que un ritual.
La danza del venado sinaloense –del norte de nuestra entidad manda que el venado vaya totalmente vestido, acompañado y acompasado de los tenabaris, que dan la música del campo, de la naturaleza. Es un rescate del sentimiento regional, no un espectáculo turístico. A diferencia del venado yaqui (sur de Sonora) el venado sinaloense no muere. Es aquí la representación del espíritu libertario.
La danza se convierte en poesía, en rítmica que viene desde las raíces de esta población agreste y que supera las incomprensiones de un entorno a veces incomprensivo para empujar a sus intérpretes, a Jessi Rivera a rescatar las evoluciones, los pasos en el aire, el contacto con la tierra, para rescatar lo que otros sinaloenses han creado y mantenido a través de los siglos y que hoy está en este video producido por Sinaloa enlínea.