Cuartos Rosas. Con Rosario Robles, Sedatu gastó millones en habitaciones ‘fantasma’

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Se documentó que muchos cuartos pertenecientes al programa no se construyeron o quedaron inconclusos y con materiales de mala calidad. 

Durante 21 años, desde que la señora Zenovia Rodríguez Monroy llegó a vivir a aquel terreno del barrio de San Pedro de la Laguna, en Zumpango, Estado de México, su casa se reducía a un cuartito de madera con techo de lámina, en donde sólo tenía una cama y una estufa. Si acaso, medía cuatro metros cuadrados. Ahí vivía con sus dos hijos y su esposo.

Debido a su situación precaria, en el sexenio pasado, ella fue beneficiaria del programa social Programa de Apoyo Alimentario. Y por estar en ese padrón, un día tocaron a su puerta para decirle: ‘usted salió beneficiada para el cuarto, se le va a hacer un cuarto’.

Era el programa de «Cuartos Rosas», una acción de gobierno gestada durante la administración de Rosario Robles en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Territorial (Sedatu) que en tres años recibió un presupuesto de más de 4 mil millones de pesos para más de 114 mil cuartos.

Pero una investigación realizada en media docena de estados y en documentos oficiales da cuenta de que no existe una evaluación clara de los resultados del programa. En muchos casos, los recursos no se sabe dónde están.

Ni en documentos ni en la realidad hay sustento de su efectividad; en numerosos ejemplos, documentados en terreno por este diario, los cuartos no se construyeron o se construyeron a medias, sin puertas, sin ventanas o sin cimientos, con materiales de mala calidad que los hicieron inservibles. Incluso, algunos fueron ofrecidos como dádiva del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El programa, administrado por el equipo de Robles, incluido su oficial mayor, Emilio Zebadúa, hoy investigado por su papel en el desvío de miles de millones de pesos a través de la Estafa Maestra, recibió millonarias asignaciones presupuestales entre 2016 y 2018. Era uno de los proyectos estrella de la Sedatu y la Secretaría de Hacienda lo mantuvo fuertemente financiado hasta el final del sexenio de Enrique Peña Nieto.

Pero el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y la Auditoría Superior de la Federación (ASF), consideran que ese programa tuvo, principalmente, un problema: no se pudo evaluar su avance, a cuánta gente benefició y si su objetivo se cumplió. A casi tres años del final del sexenio de Peña Nieto, no se sabe a ciencia cierta qué hizo la Sedatu con todos los recursos y si su uso fue el que se tenía previsto, para ayudar a que mujeres de escasos recursos contaran con un cuarto adicional en sus viviendas.

En el papel, el objetivo de Cuartos Rosas era loable: una política pública que empezó en el año 2016 con la intención de evitar el hacinamiento y así, reducir las posibilidades de que las mujeres de la familia vivieran violencia de género en su propio hogar.

Según datos de la Sedatu, entre 2016 y 2018, la dependencia construyó 114 mil 894 cuartos adicionales en las 32 entidades federativas: 87 mil 203 en 2016, 4 mil 577 en 2017 y 23 mil 114 en 2018.

En esos tres años, se destinaron, según la dependencia, 4 mil 365 millones 404 mil 729 pesos para la construcción de cuartos adicionales: 3 mil 191 millones de pesos en 2016, 147 millones en 2017 y mil 26 millones en 2018.

Eso significa que, en promedio, cada cuarto, que oficialmente mediría 12 metros cuadrados (cuatro por tres), habría tenido un costo de 37 mil 995 pesos.

Pero más allá de las estadísticas y de los números oficiales plasmados en informes en papel, en el terreno, la realidad es distinta.

la casa de la señora Zenovia en vez de un cuarto yace una ruina, como testimonio del abandono en el que algunos contratistas dejaron el proyecto.

“Vinieron y me dejaron el material, me dejaron block, me dejaron arena, grava, supuestamente para lo del cuarto, pero ya después a la siguiente semana vinieron según a trabajar, pero sólo vinieron dos días, en esos días, sólo hicieron lo que fue la plancha de abajo, porque nada más le ponen una malla abajo… Ya después, al otro día dijeron que iban a empezar a pegar el block, pero sólo hicieron lo que fue una “L”, nada más fue un muro y la mitad de otro. Eso fue entre viernes y sábado; el lunes ya no vinieron, dijeron que ya no iban a venir que porque la constructora no les había pagado”, recuerda la señora Zenovia.

“Así se quedó el cuarto, ya no hubo nada de movimiento”, dice.

Lo mismo le pasó a la señora Fabiola Bárcena, habitante de la colonia Lomas de Tecámac, en el municipio de Tecámac, Estado de México.

“Me dijeron que me iban a venir a hacer un cuarto y nada más me vinieron a dejar el material, pero incompleto; pasó el tiempo y no me hicieron nada. Nada más me dieron cemento, como cuatro varillas y nada más”, recuerda.

“Nada más se echó a perder, porque el cemento se hace duro y se quedó allí. Lo tuve dos años. Me decían que si yo lo utilizaba iba a haber represalias para mí, porque yo tenía que esperarme hasta que vinieran a hacerme el cuarto… Y me quedé esperando”, dice enojada.

Pero no en todos los casos fue así. Hubo beneficiarias a las que sí se les construyó el cuarto, aunque quedó en malas condiciones.

“Realmente hubo muchísimas irregularidades; desde la cimentación, ocuparon el material más barato que pudieron, nosotros dimos la opción de poder aportar una mínima cantidad o lo que se pudiera para poder reforzarlo, ya que hicieron la cimentación sin siquiera escarbar mucho para poder hacer el cimiento y eso nos daba desconfianza, sobre todo que estamos en una zona de huracanes”, platica la señora Leslie Candanedo, habitante del municipio de Chetumal, en Quintana Roo.

“No aceptaron que porque ya estaba eso establecido, era un acuerdo que se había hecho con gobierno de que solamente la cimentación iba a estar por encima”, reclama.

Su vecina, la señora Odilia López reclama que su cuarto sirve más de bodega que de habitación, pues cuando llueve, se le mete mucho el agua.

“Le entra el agua y si meto mi cama, se me moja, jajaja, sí, de bodega lo tengo nomás ahí”, dice resignada.

Las historias se repiten en comunidades marginadas de al menos cinco estados más, Jalisco, Veracruz, Querétaro y Oaxaca, que pudo visitar.

En Ciudad Victoria, Tamaulipas, la señora Claudia Pastrana Martínez afirma que el cuarto fue construido de manera satisfactoria. Pero revela un detalle y que fue un beneficio otorgado por parte del PRI.

“Fue un apoyo que nos lo ofrecieron por medio del partido (PRI), para el bienestar de mis hijos; nos lo ofrecieron en la presidencia para varias personas que estábamos trabajando para el partido, fue una manera de gratificarnos también”, afirma.

Como a ella, a la señora Guadalupe Virgen, de Tecámac, Estado de México, la explicaron que el cuarto, al que no le pusieron ni puerta ni ventana, era una ayuda “del partido”.

“Yo creo que más bien andaban buscando gente; no nos dijeron que era federal, nada más dijeron que era del partido y me preguntaron si me podía meter a un movimiento que se llamaba Mujeres Piensa en Rosa para poder meter los papeles, porque era por parte del partido”, dice.

Información por MILENIO