Dámaso López Nuñez, ‘El Licenciado’ es un antiguo aliado de Joaquín Guzmán Loera y hoy está detenido en los Estados Unidos.
«Me reuní con mi comadre y me encargó algunas tareas» dijo ‘El Licenciado’ quien recordó durante el juicio contra Guzmán Loera, que uno de los planes era ingresar al penal del Altiplano un reloj con GPS para saber las coordenadas exactas de la celda del líder del Cártel de Sinaloa.
Los presentes en la sala 8D enseguida voltearon a ver a Emma Coronel quien permaneció sin mover un músculo. López Núñez, agregó que fueron al menos seis las reuniones con dicho propósito, celebradas entre marzo y julio del 2014, a las que acudieron los hijos de ‘El Chapo’: Iván, Alfredo y Ovidio y, por supuesto, el mismo Licenciado.
A decir de Dámaso, en cada una de esas reuniones, Emma Coronel repartía responsabilidades hasta que la fuga se concretó. “A mí me pidió mi comadre que le consiguiera una bodega, armas y una pick up” retomó el Lic durante su presentación como testigo cooperante. En los primeros meses del 2015 me reuní con los hijos de mi compadre y me dijeron que ‘El Chapo’ les decía “ya escucho ruidos en mi estancia”, pero ni ellos ni yo lo creímos.
Ese tramo de la declaración de López Núñez motivó a que el Departamento de Justicia (DOJ) estadunidense anunciara que estaba investigando a Coronel para determinar si participó o no en la fuga. En los primeros días de abril del 2019, una fuente cercana al DOJ dijo al New York Times que “Ella sigue usando dinero del imperio de las drogas para mantener su lujoso estilo de vida”, en lo que parecía más un intento enfocado en detener la intención de Emma Coronel, anunciado por esas fechas, de abrir una empresa para vender ropa y accesorios con la marca ‘El Chapo’.
Cuando Joaquín Guzmán fue reaprendido en enero del 2016 “Emma me volvió a citar” dijo en esa misma jornada ‘El Licenciado’ López Núñez. “Intentaba organizar otra fuga y ella me preguntó si le ayudaba de nueva cuenta y le dije que sí, pero esa vez yo no tenía dinero, así es que me mandó 100 mil dólares para buscar otro terreno cerca del penal prometiendo que luego me daría más”, dijo el testigo a quien Joaquín Guzmán conoció durante su estancia en Puente Grande, Jalisco.
Sin embargo, Guzmán Loera fue trasladado sin previo aviso al penal de Ciudad Juárez y pese al supuesto soborno de 2 millones de dólares «dado al director del Órgano Administrativo Descentralizado de Prevención y Readaptación Social, para que lo regresarán al penal en Almoloya, Estado de México», según López Núñez, ya no fue posible.
Cuando Dámaso López, ‘El Licenciado’, vio por vez primera a ‘El Chapo’ Guzmán en la Corte Federal de Brooklyn se golpeó dos veces el pecho con la mano hecha puño. “¿Por qué hizo eso?”, preguntó Eduardo Balarezo, el abogado de Guzmán Loera en su derecho de réplica sobre el testigo. “Lo hice porque lo quiero. Es una persona con la que he vivido muchas cosas y le tengo afecto”.
Emma en el juicio
Aunque en las primeras semanas del juicio en contra de su esposo en Nueva York, Emma Coronel se movía sin muchos contratiempos, al menos el mes y medio final el acoso de la prensa arreció por lo que ella se vio obligada a contratar un cuerpo de seguridad que la escoltaban durante la entrada y salida de las audiencias.
Coronel, a quien representará Jeffrey Litchman, uno de los abogados de su esposo en el juicio, se convirtió en nota recurrente como por ejemplo, la vez que testificó uno de los guardias de Guzmán Lorea quien dijo que al Capo le gustaba que ella fuera a su escondite del Triángulo Dorado “porque le gustaban mucho las enchiladas que le preparaba”, según el declarante.
Durante el juicio, y ante la negativa del juez de permitirle darle un abrazo a su esposa, el contacto entre Emma y Joaquín se limitaba a las señas a larga distancia. Cada mañana al entrar, el acusado levantaba su mano y saludaba a su mujer separada unos cinco metros de él. En ocasiones le enviaba besos con la mano, o se tocaba el pecho una, dos o hasta tres veces. En los constantes recesos para discutir algún asunto con el juez, a petición de alguna de las partes, el Chapo se ponía de pie y aprovechaba para verla. Y con la barbilla levantada comenzaba a mover la cabeza arriba y abajo como dando su visto bueno mientras la recorría con la mirada.
Sabiéndose observada por su esposo y por los fotógrafos en la calle, de quienes se convirtió en objetivos permanente, Emma procuró destacar como fashionista, pero también como una mujer solidaria y comprometida con la causa perdida de su marido. También las dibujantes de la corte solían sentarse cerca de ella y retratarla. Mientras el juicio se desarrollaba, en un mundo virtual alterno ella enviaba mensajes desde su cuenta de Instagram: “I miss you so much. Te quiero mucho amor”. “El tiempo de Dios es Perfecto”. “Disfruta cada segundo De tu vida. Valora el hoy y agradece por todo lo vivido”. “Yo estoy aquí para aprender, no para juzgar”, entre otras.
Una mañana llevó las uñas pintadas de gris azulado, a tono con el tatuaje de su muñeca y con el saco azul marino de terciopelo con motivos dorados y el pantalón azul de mezclilla, outfit al que coronaban sus zapatos de tacón negro. En las tediosas sesiones, Emma jugaba con sus dedos para tratar de ignorar a los reporteros que buscaban sacarle alguna declaración. A veces respondía amable, pero con frases cortas como dando a entender que no deseaba mantener ninguna conversación.
La vez que vistió una camisa de malla negra con una sugerente red a mitad de su pecho, con ambas manos le hizo una seña de ánimo a su esposo cuando lo saludó. Ese día su marido parecía molesto, y en otra reunión de los equipos con el juez, el Chapo se voltea a mirarla y mover la cabeza como era usual. No dejaron de mirarse hasta que volvió la actividad y luego ella buscó algo en su bolsa.
Algún día, se le preguntó cuántos seguidores tenía ya en Instagram. “Me he cansado de aclarar que esa cuenta es falsa, yo no tengo tiempo para esas cosas”, respondió indignada. Semanas antes de anunciar que lanzaría su línea de ropa marca ‘El Chapo’, abrió otra cuenta en esa red social pero luego la abandonó cuando se supo que el gobierno estadunidense “podría estarla investigando” por su presunta participación en la fuga de su marido por un túnel del penal del Altiplano, de la cual la acusó “su compadre” Dámaso López ‘El Licenciado’ en su testimonio.
Quizás el día más triste para ‘El Chapo’ Guzmán fue cuando Coronel, antes del receso navideño del 2018, llegó con María Joaquina y Emaly Guadalupe, las gemelas del matrimonio. Esa vez, ‘El Chapo’ dio la espalda al juez y se volteó a mirar a sus niñas, ambas con vestido blanco y un moño negro en su cabeza. Él las miraba, les aplaudía y trataba de interactuar con ellas a distancia.
Las niñas le respondían levantando la mano y él continuaba sin hallar qué hacer para llamar su atención y prolongar la comunicación a señas y a distancia. Ese día ‘El Chapo’ Guzmán, comenzó a llorar en silencio dando la espalda a sus niñas. Quitaba sus lágrimas con el dorso del dedo índice y agachaba la cabeza. Su abogado Eduardo Balarezo, lo pasó el brazo por el hombro y dio palmadas a su espalda, dándole palabras de aliento.
Ahora con la madre detenida, se ignora cuál será el destino de las niñas.
Información por MILENIO