Hoy en la Ciudad de México, frente a un público lleno y atento, Ernesto Coppel Kelly presentó el libro “Neto, ¿Es Neta?”, escrito por Carlos Velásquez, donde el empresario mazatleco cuenta su historia como nunca antes: sin filtros, sin máscaras y con la irreverencia que siempre lo ha caracterizado.
Coppel Kelly relató cómo un joven nacido entre las marismas de Mazatlán (sin privilegios, sin influencias y con todo en contra) logró convertirse en uno de los empresarios turísticos más influyentes de México.
Su secreto, dijo, no es misterio: trabajo duro, hambre de crecer, valentía para arriesgarlo todo y un carácter tan frontal que a muchos incomoda… pero que funciona.
En su libro habla de sus altibajos, de las batallas personales que casi lo quiebran, de los sacrificios que pocas personas estarían dispuestas a hacer y de las decisiones que marcaron su vida. Reconoce errores, aciertos, tropiezos, victorias, pérdidas y renacimientos.
Es la historia de alguien que cayó varias veces, pero que siempre se levantó con más fuerza.
Coppel también recordó cómo ese mazatleco autodidacta terminó sentado en mesas donde pocos llegan: conversando y negociando con presidentes de Estados Unidos como Donald Trump, Bill Clinton y Al Gore, y con todos los presidentes mexicanos de su época.
Una trayectoria que demuestra que Mazatlán puede parir gigantes, si tienen la visión, el carácter y la irreverencia necesarios para romper moldes.
Durante la presentación, su mensaje fue claro: no se trata solo de construir hoteles o negocios; se trata de construir carácter.
De atreverse.
De no pedir permiso.
De mover montañas aunque no creas que te corresponde hacerlo.
Neto, ¿Es Neta? es un libro que no maquilla nada: muestra al Ernesto Coppel que molesta, que sorprende, que inspira y que incomoda; al empresario visionario que apostó por Mazatlán cuando pocos miraban hacia acá; al hombre que, con su estilo directo y valemadrista, abrió su propio camino en un país que pocas veces premia la irreverencia.
Hoy, su presentación en CDMX dejó un mensaje fuerte:
los grandes no nacen arriba; nacen lejos, abajo, en la orilla de las marismas… pero suben porque deciden subir.































