Otra vez utilizó un túnel debajo del baño,
como en la casa de la que huyó en Culiacán;
un cincuentón corriendo kilómetro y medio
Correr kilómetro y medio, bajo la presión de posibles perseguidores, con la tensión de que se produzca alguna traición, debe haber sido un gran esfuerzo. Joaquín Archibaldo Guzmán Loera es ya un hombre por los cincuenta años, aunque obviamente el año y meses de encierro no parecen haberlo entumecido mucho.
Los guardias dejaron de verlo en el área de regaderas cuando faltaban cuatro minutos para las diez. Entre la duda, la verificación y el cumplimiento del protocolo de aviso a los superiores, deben haber pasado mínimo quince o veinte minutos, que fueron suficientes para que el narco más famoso del mundo cruzara kilómetro y medio, en las condiciones difíciles de un túnel sin aire, presumiblemente con iluminación limitada.
Arriba el hormiguero estaba desatado. Las llamadas a la Ciudad de México, a la Secretaría de Gobernación, a Los Pinos, al avión presidencial, que iniciaba el viaje de estado a Francia con el presidente y el secretario de Gobernación a bordo.
Mientras, quedaba el trago amargo de informar al público. A la media noche del Pacifico El Universal subió la noticia, mientras el resto de los periódicos y portales digitales dejaban pasar los minutos, ya por falta de personal, ya por dudas sobre la veracidad de la noticia, que parecía excesiva para ser verdad.
A pesar de las restricciones, la noticia corrió por las redes sociales. EL Consejo Nacional de Seguridad dijo eso: que lo habían perdido de vista cerca de las diez de la noche, que dejó de ser visto en las regaderas y que por la mañana habría una conferencia de prensa. Por supuesto, que lo estaban buscando por todos los alrededores, incluidos los estados circunvecinos.
Antes que pasara una hora, en las mismas redes se sabía lo que las autoridades no dijeron: que el preso se había fugado por un túnel que estaba debajo de su celda.
También se empezó a decir que al término del túnel, había “un boludo” (helicóptero) esperando a su pasajero, quien inmediatamente pudo ponerse a salvo del llamado “largo brazo de la ley”.
El túnel terminó siendo cierto, pero del helicóptero no se ha dicho nada. Las autoridades simplemente han insistido en que se realizan las acciones necesarias para la recaptura.
En tanto, los funcionarios del área de seguridad dieron más detalles: el túnel termina en una construcción que se encuentra en obra negra, y en la que había evidencia de que se trataba de un lugar habitado al menos por los trabajadores que estuvieron trabajando en la construcción del túnel, al que se describe con todos los detalles indispensables de la ingeniería.
Algún especialista calculó que para hacer esa tarea, con máquinas y trabajadores operando sin estorbarse, habrían sido necesarios trescientos cincuenta y cuatro días. El Chapo Guzmán llegó a la prisión de alta seguridad de El Altiplano en febrero del año pasado, lo que indica que los trabajos iniciaron apenas cuatro meses después de su captura.
Como no ha habido acceso de los medios ni al túnel ni a la celda del fugado, los medios nacionales e internacionales han transmitido escenas de la casa donde El Chapo estuvo a punto de ser capturado en Culiacán, especialmente los artilugios con que ocultaba un túnel debajo de la tina de baño, sin falar la referencia a Mazatlán, donde fue capturado al día siguiente de la huida por el túnel conectado a los drenajes pluviales de la capital sinaloense.
En uno y en otro casos se habló de una motocicleta. En Culiacán, pasó por él para ponerlo a salvo de la policía. En el Altiplano había una instalada sobre rieles, aparentemente para sacar tierra durante la construcción del prolongado orificio.
Joaquín Archibaldo Guzmán Loera se había fugado de la prisión de alta seguridad de Puente Grande, conocida entonces como Puerta Grande. El director y varios de los custodios quedaron bajo proceso y casi todos cumplieron condenas de varios años por haber permitido que Guzmán saliera de la prisión escondido en un bote de ropa sucia y a bordo de un camión especial utilizado para retirar ese tipo de artículos.
LOS OPERATIVOS
A partir del momento en que se conoció oficialmente la fuga del Chapo, se instruyó a las corporaciones policiacas para la aplicación de un operativo de seguridad especial.
En las ciudades, las policías extremaron las precauciones en los retenes y con los detenidos. En Mazatlán, por ejemplo, cayeron dos personas que traían consigo tres cuernos de chivo, una pistola de alto calibre y cienos de tiros útiles, además del llamado “equipo táctico”, que incluye sistemas de radiocomunicación.
En las carreteras de todo el país se desplegaron elementos militares, especialmente en las casetas de peaje y en los aeropuertos y estaciones marítimas.
La primera medida de reacción importante ocurrió en Canadá, donde el presidente analizó la situación generada por la fuga. El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, fue regresado a la Ciudad de México para conducir las tareas derivadas de ese acontecimiento, aunque al cumplirse las primeras veinticuatro horas, no había novedades de ningún tipo.
El único avance fue numérico, Primero se informó que dieciocho de los custodios fueron retenidos para que brindaran su declaración ministerial. Después los interrogados fueron treinta, incluido el director del Penal Federal, Valentín Cárdenas Leyva, quien enfrentó muchos problemas durante la estancia del Chapo bajo su responsabilidad, incluidas una huelga de hambre y varias protestas de presos afines al Chapo, y del propio fugado.