FRANCISCO CHIQUETE
Castigo inmediato demandó Porfirio Muñoz Ledo a TV Azteca por el llamado a desobedecer las indicaciones del doctor Hugo López Gatel en el esfuerzo para contener los avances del coronavirus en nuestro país.
El viejito terrible de la cuarta transformación no jugó esta vez a la disidencia, como ha sido su papel habitual en los últimos meses, reclamando el abandono del gobierno a sus postulados esenciales, especialmente en materia de democracia interna y de atención a los migrantes.
No le falta razón a Muñoz Ledo. La pretensión de detener la estrategia nacional contra la pandemia es muy grave, cuando de por si hay una importante franja de la población que no ha podido o no ha querido guardar el distanciamiento social indicado. Ciudades como Culiacán y Navolato son el ejemplo crítico de lo que sucede cuando no se atiende la estrategia delineada mundialmente.
El llamado hecho por Javier Alatorre, conductor del principal noticiero de TV Azteca, ha generado por supuesto una larga ristra de reacciones que van desde la exigencia de Muñoz Ledo para que se sancione a la televisora, hasta la furibunda demanda de cancelar las concesiones de esa empresa televisora, que maneja tres señales del espacio radioeléctrico y opera cuatro canales.
También hay quienes exigen el despido de Alatorre y convocan al boicot de las empresas del grupo encabezado por Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca, Elektra, Banco Azteca y muchas más.
También fue motivo para elaborar una complicada versión de acuerdos empresa-gobierno para distraer la atención del ´país en este momento complicado en que la economía nacional sufre golpes terribles, no sólo por la paralización a que obliga el coronavirus, sino por los errores en el manejo de las señales macroeconómicas, que han llevado a la degradación de la calidad crediticia mexicana y por supuesto, a la pérdida de condiciones para una saludable inversión extranjera.
En el fondo no parece haber más que una pugna entre los dos proyectos que dentro del gobierno buscan la aprobación del presidente Andrés Manuel López Obrador: seguir con los esfuerzos para “aplanar la curva de contagios”, como hicieron los países europeos, o abrirnos a la infección generalizada y “que se mueran los que se tienen que morir”, como se interpreta del discurso reciente de Ricardo Salinas Pliego, quien de plano salió a decir que él no cerraría sus tiendas Elektra ni sus sucursales de Banco Azteca (que operan en los mismos locales) en defensa de la sustentabilidad económica (la suya primero, por supuesto).
Salinas Pliego sabe que el presidente se opuso siempre al asunto de la Sana Distancia y que no está nada satisfecho con la decisión de prolongar “al menos” treinta días más el aislamiento, por eso apostó a estirar la liga, tratando de arrastrar la voluntad presidencial.
Creo que se equivocó, aunque si las cosas no mejoran radicalmente dentro del plazo que se dio López Gatel, podría haber espacio para que nuevas presiones terminen por fructificar.
Por lo demás, la nación amloista debe estar frustrada por la respuesta presidencial, que apapachó a Javier Alatorre, llamándolo repetidamente amigo y buen hombre, situación muy diferente frente a otros que han ejercido de veras la crítica, como el caso planteado en la mañanera del jueves o viernes por el bufón consentido del régimen, Lord Molécula, quien pidió la opinión de AMLO sobre un supuesto dicho de Ciro Gómez Leyva acerca de que el gobierno lopezobradorista estaba jugando a ser Dios. El presidente soltó de su ronco pecho, acusó a los conservadores de estar atacando a su gobierno para tratar de desprestigiarlo y hasta calificó a Gómez Leyva como su contrincante.
En realidad Lord Molécula se refirió mal o intencionadamente mal a un comentario publicado por Joaquín López Dóriga acerca del proyecto de Bioética que da a las instancias médicas autoridad para que favorezca al paciente joven cuando éste compita con uno viejo por la atención, cuando no haya espacio para ambos.
Cualquier persona informada habría sabido cuál era la fuente emisora de esa crítica, pero el presidente se fue con lo que le dijo su “periodista” consentido y se arrancó contra Gómez Leyva, a quien el lópezobradorismo detesta desde hace muchos años.
En todo caso los aspirantes a boicoteadores de TV Azteca no debieran estar enojados con Salinas Pliego si éste sale indemne del episodio. El presidente tiene en sus manos la posibilidad de quitar a Banco Azteca el manejo de cientos de miles de millones de pesos que se le depositan como dispersor de los programas sociales de entrega directa de dinero. Con eso podrían darle un golpe inconmensurable. Cuestión de que el presidente quiera.