PROS Y CONTRAS DE LA REVOCACIÓN DE MANDATO
Los promotores de la revocatoria mandato sostienen que actúa como una medida disciplinaria sobre los representantes popularmente elegidos, en la medida que es menos probable que tomen decisiones impopulares, si eso puede provocar que sean sometidos a un acto de revocatoria. Empero, el mismo argumento se utiliza en contra: los opositores argumentan que la revocatoria erosiona complemente el gobierno representativo al inhibir a los representantes elegidos de tomar medidas necesarias, aunque no sean populares.
Miguel Concha afirma que: “Por décadas el mundo de la política ha estado reservado a los partidos hasta hora necesaria, pero de ninguna manera suficiente para el ejercicio de la soberanía ciudadana, fundamento de la democracia. Ha predominado la idea de que la intervención del ciudadano en la política queda reducida a la emisión del voto, y que al término del periodo para el que se hubiera electo el ganador se vuelva a emitir el sufragio para reiterarle su confianza.
Entretanto, si el gobernante tiene mal desempeño, al ciudadano no le queda más que esperar la conclusión de su mandato y confiar en que el próximo sea menos malo que el actual” La Jornada. Miguel Concha. Fecha X)
En efecto, si este fuera el caso mexicano de la propuesta de AMLO, sería un caso para pensarlos seriamente, porque hasta ahora existen una serie de trampas donde los gobernantes fallan, sea por omisión o acción; pero como la T 4 nos prometido regenerar al país. En tal caso creo que la revocación de mandato sería innecesaria, porque además la Constitución posee artículos muy severos con los que se puede desaforar a los malos gobernantes, sobre todo a los que cometen severos latrocinios al robarse los impuestos con los que contribuimos los mexicanos. Creo que la propuesta del presidente va por otro sendero.
VEAMOS A AGUILAR CAMÍN
er electo por seis años solo le garantiza un gobierno de tres, pues la revocación de mandato lo obliga a prepararse para comparecer ante el electorado tres años después y refrendar la validez de su cargo. La semilla de incertidumbre y legitimidad disminuida que siembra apenas puede exagerarse. Se presenta como una humilde subordinación a la voluntad de los votantes (“el pueblo pone, el pueblo quita”). Si la figura se ejerce contra una presidencia débil, es un recurso de la oposición para quitar y poner presidentes a su antojo, en medio de una continua crispación electoral y una continua inestabilidad de los gobiernos. Milenio. (Aguilar Camín. 04/04/2019).
Estoy de acuerdo con Camín, especialmente que este dispositivo revocatorio crearía incertidumbre porque abre la puesta a la lucha sin tregua por poder. Pero Andrés Manuel no irá por la presidencia.
Si bien en otros países se ha acordado el procedimiento revocatorio, en ninguno de esos países se ha puesto en juego el presidente; por lo general esto ha ocurrido en la región populista de América Latina, y se ha aprobado y en pleno ascenso de la legitimidad de esos gobiernos con fines reeleccionistas: La República Bolivariana de Venezuela lo prevé en 2004, y está contemplado en el artículo 72 de su Constitución. El presidente Hugo Chávez se sometió al referéndum presidencial, que lo ratificó en su cargo en los comicios del 15 de agosto de 2004. Ecuador se sumó a esta gesta el año del 2008. En Bolivia incorpora en su constitución del 2009 la revocatoria de mandato, donde son revocables toda autoridad electa mediante el voto universal, y así lo sostiene el artículo 240 que dice: «Toda persona que ejerza un cargo electo podrá ser revocada de su mandato, excepto el órgano judicial, de acuerdo con la ley», donde se prevé la revocatoria del mandato para todas las autoridades de elección popular, incluyendo el presidente de la República.
Vale decir que con la exigua legitimidad que esos gobiernos poseen actualmente, sus gobernantes se han olvidado que tienen acordado en su constitución la revocación de mandato; vale decir que este dispositivo sólo les sirvió para reelegirse en el poder. Pero en el caso de López obrador es diferente. Veamos.
AMLO Y SU PROPUESTA DE REVOCACIÓN DE MANDATO.
López Obrador quiere participar en la elección de 2021 porque sabe que su grey es poco diestra en asuntos de la gobernabilidad, y a 5 meses de gobierno sus gobernadores, presidentes municipales y demás autoridades se han constituido en pies de gato y los ojos al revés. Justamente por ello quiere participar en las elecciones intermedias para reforzar con su legitimidad las elecciones de sus alumnos poco disciplinados y de lento aprendizaje. La hipótesis de que pretende reelegirse en el 2024 no creo que sea verosímil, y no porque haya jurado y perjurado y hasta haya firmado un documento anunciando que no irá por la reelección, aunque si el pueblo bueno quiere que se reelija lo pensará dos y más veces porque el pueblo pone a sus gobernantes. Pero creo que no se animará.
Desde mi perspectiva, lo que está haciendo AMLO configurando un centralismo que le faciliten ganar las elecciones en el país. Para el año 2021 quiere tener mayoría en las cámaras e ir creando, gota a gota, una mayoría afín a su proyecto en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ha declarado la guerra a las organizaciones de la llamada sociedad civil, a la prensa fifí, ha puesto a los suyos en la Comisión Reguladora de Energía (CRE) de manera mañosa. Además, les va quitar presupuesto a los partidos, como se los arrebató a INEGI y al INE, además que crea una corporación de votantes a través de las pensiones; delante de estos cadáveres irá cabalgando a Rosinante arengando al pueblo para que voten por sus candidatos.
Pero López Obrador no querrá reelegirse, pero si pretende quedar como el jefe máximo de su revolución pacífica autodenominada la cuarta transformación. O quizá convertirse en su sueño convertido en pesadilla: quedar en la historia como Juárez, Francisco I. Madero o de perdida como el tata Lázaro. Y yo le diría a López Obrador, como el poeta machado: “Y con perdón de la historia/ yo más bien exigiría/ vivir en el mundo un día/ que cien años en la historia”