¡VENEZUELA, RÓMULO GALLEGOS LLORA POR TI!
En este intercambio de neoliberalismo y populismo el pueblo de Venezuela sufre lo indecible. El primero empujó al segundo a tomar un atajo que lo condujo a remar a contracorriente, para demostrar que otro sistema menos depredador podía derrotarlo. Nunca pensaron que para vencer al neoliberalismo se requerían un esquema de fuerzas de carácter global, y que enfrentarlo en solitario era ir a una bancarrota segura.
Es cierto que en los noventa Venezuela creó el Merco Sur y trató de conformar el BRICS, que planteaban entre otras muchas cosas, una moneda distinta al dólar. No me detendré en las razones de la evaporación de estas iniciativas, pero a finales de los noventas ambas expectativas decayeron y a principios de este siglo el país de Rómulo Gallegos quedó solitario nadando en petróleo, su precio había caído internacionalmente. Estados Unidos esperaba este momento para apretarle las tuercas a ese país “bananero” que le había robado la voz en América Latina y había permitido la intromisión de Rusia y China en su patio trasero.
LA CRISIS DE VENEZUELA NO ES SÓLO LA CRISIS DEL PRECIO DEL PETRÓLEO
Antes de su muerte, Chávez apretó el acelerador de la chequera. Cuando lo sucedió Maduro prácticamente el mal ya estaba hecho. La crisis se les vino encima: 4 millones huyeron por hambre de Venezuela a los países vecinos. Si nos vamos a los números el PIB real en Venezuela se contrajo un 17,7 % en 2018 y es probable que caiga un 25 % en 2019, según el pronóstico del BM, lo que implicaría una caída acumulada del PIB del 60 % desde el año 2013.
La tasa anual de inflación alcanzó un 1.370.000 % a finales de 2018, debido al efecto acumulativo de una tasa mensual del 121 %, según el Banco Mundial, que calcula que este año el incremento de los precios llegará a 10.000.000 %. El análisis regional del BM citó también estimaciones de fuentes no oficiales que sugieren que la pobreza ha alcanzado al 90 % de la población venezolana (Datos del banco Mundial. 4 de abril 1919).
DE LA CRISIS ECONÓMICA A LA CRISIS POLÍTICA
Entre crisis esta crisis económica que se acrecentaba año con año, Maduro tuvo un momento de respiro cuando la oposición agrupada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) hizo implosión, se rompió por dentro y fue rota desde afuera con el ejército y los paramilitares de Maduro. A finales de 2018 y todo lo que va de 2019, reaparece Juan Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional que desconoció Maduro, por haberse convertido en verdadero contrapoder, y que hoy éste se reclama como Presidente de Transición, tras desconocer a Maduro por haber conquistado la presidencia en una elección carente de oposición y cargada de trapacerías.
Actualmente en Venezuela existen dos poderes presidenciales. El de Guaidó que tiene por los menos el 80 % del apoyo popular y el de Maduro que tiene el soporte del ejercito y los paramilitares a su favor. Pero esta breve radiografía sería inexacta si a esta dualidad de poderes no se adjuntara los poderes de las superpotencias. Estados Unidos apoya a Guaidó, y Rusia y China a Nicolás Maduro, cuya deuda con estas potencias es, respectivamente, 20 mil y 23 mil millones de dólares. Y aunque la Unión Americana ha dicho que para “tirar” a Maduro “todas las opciones están en el mesa”, lo cierto es que los intereses de China y Rusia son tales que no pueden emprender una simple retirada; pero no sólo por sus intereses de corto plazo.
EL PUEBLO VENEZOLANO A LA INTEMPERIE
Venezuela vive a merced del hambre y la desazón. Ambos se consensan en un futuro sin futuro su sociedad. No existe en el corto plazo solución para los problemas de supervivencia, pero sobre todo porque tienen dos presidentes que son sostenidos por las grandes potencias que, por un desatino mayor, podría convertirse en una guerra caliente que no solamente sacie las necesidades de esa sociedad, sino que en ese territorio pueda ocurrir una guerra de grandes alcances, que vaya más allá de la Guerra Híbrida que libran todos los días las grandes potencias, a las que se agregan las naciones europeas.
Ante esta aparente circunstancia sin salida, deberían las grandes potencias, al menos por su propia seguridad, acordar instalar en Miraflores a un tercer presidente. Un personaje moderado que, entre otras muchas cosas, pague las deudas a China y a Rusia y se le devuelva a Venezuela los dólares que tiene incautados EEUU. Y por supuesto que se pacte que los norteamericanos no intervendrán desde el punto de vista político en esta república, pero tampoco Rusia ni China. Me parece que este acuerdo no sólo sería para que les permitiera vivir con decoro a los venezolanos, sino para que las grandes potencias posterguen el holocausto que al parecer no van a poder detener en el mediano plazo, porque a largo plazo todos estaremos muertos.