Les cacharon el punto débil a miles de no-vacunados en Canadá después de que prohibieran la venta de cannabis y alcohol.
A veces, los ciudadanos necesitan un empujoncito para cumplir con los trámites, o una pequeña jalada de patillas para entrarle a la burocracia. Otras veces, deciden hacerlo por su propia cuenta… pero solo después de que les llegara la amenaza de no poder comprar marihuana. Sí, aún cuando se trata de la vacuna contra COVID.
Esta curiosa historia, que está sacando más de una carcajada en el mundo, se apareció en la provincia de Quebec, en Canadá.
Y es que rapidito les dieron ganas de estar vacunados contra COVID cuando olieron que, de no hacerlo, podrían quitarles el acceso a algunas de las principales fuentes de entretenimiento pandémico.
Hace apenas unos cuantos días, el ministro de Salud en la provincia francoparlante de Canadá anunció que las personas que no estuvieran vacunadas no iban a poder entrar a los dispensarios de cannabis, ni a los centros de distribución de bebidas alcohólicas.
En ese instante se cuadruplicaron los registros para recibir las primeras dosis. En serio.
De acuerdo con las cifras oficiales y a una entrevista de Christian Dubé, el ministro de Salud en Quebec, antes de que avisaran las prohibiciones estaban vacunando tan solo a mil 500 personas al día. Ahora vacunan 6 mil brazos diarios.
Un exitazo para la provincia canadiense que ha reportado cerca de 13 mil casos diarios de COVID en los últimos días y en donde las personas que no se han vacunado representan más del 50% de las personas hospitalizadas.
Lo que sí es que el gobierno canadiense probablemente ya encontró la kriptonida de sus ciudadanos —y no necesariamente se enfoca en la marihuana o en la compra de alcohol—, sino en la prohibición de actividades lúdicas para que las personas acudan “voluntariamente” a vacunarse.
De hecho, el ministro de Salud comentó que ya está malabareando la idea de que ahora también le cierren las puertas a spas, centros de masajes o espacios de cuidado personal.