*Sus hijos le han olvidado por los años
*Familias carecen en la invasión San Antonio
Habitantes desde hace 7 años de la invasión San Antonio, tras verse obligados por una enfermedad a comprar un terreno, doña Altagracia Mendoza vive un calvario junto a su esposo.
Entre madera y bolsas negras, se encuentran resguardados en una choza, con servicios de luz y agua que arbitrariamente los vecinos se comparten.
«Ahorita ya voy a cumplir 77 años, mi esposo es diabético y no ve, camina apenitas. Necesitamos ayuda, pero hasta ahorita vienen y vienen y nadie nos dice nada. Nos regalaron un pollo para navidad y una despensa, pero es todo lo que hemos tenido», describió.
Pese a que se encuentran afiliados al 70 y más, les es imposible salir de su vivienda para cobrar el apoyo, pues tienen que ponerse al corriente en la documentación para poder cobrar.
Lamenta el abandono de sus hijos, por quienes le ruedan las lágrimas al no tener su atención y solo vivir de la pensión de 2 mil pesos mensual que su marido tiene.
«En toda la noche nos andamos tapando con lo que encontramos porque está pesado el frío aquí. Estamos dejados de la mano de Dios porque nos da bendición, pero hasta la cocina la tenemos destapada y nos da mucho frío, nos hacemos bolas», dijo.
Tres colchas, calcetines, incluso con varias camisetas o pantalones puestos al mismo tiempo, buscan sobrevivir ante estas bajas temperaturas que se han presentado en el puerto los últimos días.
Llorar, ha sido una constante en la vida de la pareja, al ver la indiferencia con la que sus hijos los han dejado, sin embargo, dicen que la vida es un ciclo de aleccionamiento.
«Los hijos ya están criados y tienen sus casas grandes, pero no se acuerdan de uno. Ya están criados. Me caí hace 15 días y me abrí la cabeza, ya los hijos no se acuerdan de los papás, así suele suceder», lamentó.