ANTONIO NAKAYAMA: ENTRE SONORENSES Y SINALOENSES: AFINIDADES Y DIFERENCIAS.

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ELIO EDGARDO Millán.
“El tema a que voy a referirme tal vez cause sorpresa y, para los criterios cerrados, para los que desconocen el medio en que vivimos, tal vez sea piedra de escándalo y me acarree animosidad, mas esta actitud será a todas luces injustificada”, afirma el historiador Sinaloense Antonio Nakayama Arce. En efecto sus bosquejos sobre las afinidades y diferencias entre sonorenses y sinaloenses suelen ser polémicas, pero este libro fue publicado en 1991, quizá en ese año nos parecíamos más a nosotros mismos. Desde que ley ese texto entendí porque parezco sonorense y porque también mi sombra parece sinaloense. Los invito a leer algunas cápsulas que entresacamos de esta interesante obra.

1.-Sonora y Sinaloa integraron durante siglos una sola provincia, así que su vecindad no encaja en el tipo de otras regiones, sino más bien, se trata de una contigüidad muy estrecha. Así pues, nacidos y criados en una región que presenta condiciones similares, sonorenses y sinaloenses ofrecen mucho en común, paro lógicamente esto último no es sólo el producto de algunos factores físicos sino también de que la gesta de la conquista y el movimiento civilizador en ambas provincias hayan sido hechos por las mismas personas, y siguiendo los mismos métodos.

2.- Sonorenses y sinaloenses son iguales en apariencia: decidores, broncos, generosos, incultos, alegres, apáticos, groseros, pero en el fondo poseen características que, si no los separan, por lo menos marcan su esencia y presencia en la nacionalidad mexicana. Nacido en una tierra donde la precipitación pluvial es más abundante que en Sonora, y que además tiene a su disposición once ríos y numerosos arroyos, el sinaloense nunca ha pasado problemas a que se se han enfrentado los sonorenses; además en Sinaloa no existió el problema indígena.

3.- Sinaloa es una Tierra Generosa mediante con su connubio con la lluvia y la expansión de las corrientes fluviales hizo que los habitantes se proveyeran de alimentos sin grandes esfuerzos, y esta laissez-faire tornó al sinaloense en indolente, despilfarrador y jacarandoso, y así vemos que al finalizar la siembras y, si la cosecha ha sido buena, la magia de la tambora desgrana tumultuosa por los pétalos de la rosa de los vientos.

4.- Por lo contrario el sonorense siempre ha vivido en una perpetua lucha contra el clima y la sequía, por ello fue templándose en esa incesante lucha con el hombre y el inmisericorde y agobiante clima, alzando los ojos al cielo en muda espera de la gota de lluvia necesaria para el sustento de los suyos. La pelea contra todo y contra todos fue la que determinó fundamentalmente su carácter y a la postre resultó más práctico, austero, disciplinado y previsor que su hermano del sur.

CARÁCTER ES DESTINO?

4.- El sinaloense ama también infringir los ordenamientos legales, especialmente si son de carácter fiscal; wn cambio el sonorense, de acuerdo a la disciplina que ha heredado de sus ancestros, le hace reprimirse y así aparece como más amigo del orden. Por su parte, el sinaloense goza con burlar la ley eludiéndola mediante la influencia política o clásica mordida, y esta predisposición a los ordenamientos legales tal dominación española se verificó en Sinaloa al iniciarse el segundo tercio del siglo XVl.

5.- Pese a la complejidad de la vida moderna y el progreso alcanzado en su entidad, el sonorense al que de ninguna manera podemos calificar de introvertido,
manifiesta un carácter retraído y se muestra poco amistoso con aquellos que no han nacido en su terruño y con cierto desdén. Su vida de comunidad se significa por un halo de tristeza que nimba a la gran mayoría de los poblados. Las ciudades de provincia están cortadas por el mismo patrón, y en materia de diversiones se encuentran al mismo nivel, pero su alegría y animación las hace el espíritu de los pobladores y, en el caso de los burgos sonorense, el hastío y la melancolía son algo extraordinario.

6.- Por su parte, el sinaloense es el extrovertido que muestra su ánimo de vivir, de seguir exprimiendo jugo a la vida, así tenga que enajenar la cosecha antes de iniciar la
siembra, los poblados son bulliciosos, llenos de ruido, de euforia, y su música folklórica, alegre, retadora, se sube la cabeza como el buen vino

USOS Y COSTUMBRES

7.- Por el orgullo que se desarrolló en los nativos durante la etapa de la vida nacional conocida por el sonorismo, y ahora, por una falsa superioridad que sienten debido al progreso alcanzado, que es más alto que el de una gran mayoría de las entidades del país. El hecho de que no aceptan críticas por mas constructivas que sean, y todo esto no puede tener más que dos orígenes: falta de cultura, o mejor dicho, que el sonorense se encuentra en la etapa primaria de su vida cultural, o bien que es la manifestación de un complejo de inferioridad, en muchos aspectos de su vida en relación con las provincias más adelantadas.

8.- La actitud del nativo de Sonora contrasta notablemente con la conducta del sinaloense para con las personas de otras regiones, ya que es más abierto y el forastero encuentra en Sinaloa un calor de amistad que pronto lo hace convivir con los hijos del estado. Es de conjeturar que su conducta en este sentido tenga su raíz en la falta de cultura, pero el caso es que las relaciones son opuestas: mientras el sonorense se siente molesto, el sinaloense lo toma a chunga y punto. Los hombres rifan la vida a balazos o a cuchilladas… El sinaloense ha alcanzado una triste fama de matón, la que se ha venido justificando con el alto índice de asesinatos que registra la entidad.

9.- El padre, los hijos, los hermanos, o el primo de la víctima esperan la ocasión propicia para vengarse, y lo hacen, cobrándose de esta manera la justifica que las autoridades no pudieron, no quisieron hacer. En ciertos poblados, especialmente en algunos enclavados en las estribaciones de la Sierra Madre, las venganzas pasan de padres a hijos, y las rencillas y rencores son patrimonio de varias generaciones. Otro motivo para que un tipo se decida a matar o morir es el que le compongan un corrido. Sinaloa tiene alma musical y este sentimiento de sus gentes ha cristalizado en bellos corridos en que se cantan las gestas de los ídolos populares, o bien se recuerdan tragedias pueblerinas, y entonces, el ideal de un pobre campesino es que se le inmortalice en un romance musical que perdurará o no, según sea la inspiración del autor.

9.- En cambio, Sonora fue hasta hace pocos años una entidad donde los hechos de sangre eran raros. El sonorense, pese a que sus ancestros anduvieron siempre rociando plomo sobre los indios, nunca recurre a la armas para dirimir sus rencillas, lo hace a puñetazos y puntapiés; por cierto este tipo de peleas es uno de los espectáculos más gratos y reconfortantes que presenta el estado, ya que solamente la policía y los militares en servicio portan armas. El desquiciamiento de valores morales que está resistiendo la humanidad ha relajado las costumbres sonorenses, y pese a que la administración de la justicia es más efectiva en el respeto a la autoridad.

EL TRABAJO ASALARIADO.

10.- Los Jornaleros tienen más oportunidades de trabajar debido a la diversidad de cultivos, con la circunstancia de que como la mayor parte de ellos procede de las tierras altas, al iniciarse las lluvias de verano la gran mayoría retorna a sus poblados de origen para sembrar de temporal pequeñas parcelas. Por otra parte, existe una clase media bastante fuerte tanto en lo social como en lo económico, que es en realidad el nervio de la vida de la entidad. Los apretados son los nuevos ricos: comerciantes, agricultores y muchas personas que cultivaron una plantita llamada solfia o adormidera en los tiempos en que dedicarse a esa actividad antisocial representaba convertirse en millonario en breve lapso.

En Sinaloa tampoco se miran personas descalzas, casi todos procuran vestirse bien, aunque, como dijimos, de acuerdo con el clima, así que las mujeres se ven más gráciles y vaporosas que las sonorenses, con las que rivalizan en belleza. El sinaloense tira el dinero con una facilidad asombrosa, sin importarle el mañana; es la representación de la clásica cigarra de la fábula. En el noroeste hay un adjetivo que le cae como anillo al dedo: el vocablo lurio, que no hay que buscarlo en el diccionario porque allí no aparece, pero que todos conocemos cuál es su significado. El sinaloense dirá orgullosamente que las copas de todos los que le han acompañado corren por su cuenta, y efectivamente las paga.

11.- El sonorense también es lurio, pero en otro aspecto: No paga las copas de nadie, pues en Sonora, cuando un grupo de amigos le reúne en un cantina, lo hace “como en Tecuyo”: cada quien paga lo suyo. Los habitantes del noroccidente mexicano, entre los cuales están situados sonorenses y sinaloenses, son indiferentes para todas las cosas, y sus obligaciones para con la divinidad no podían constituir la excepción.

EL RELATO SIGUE Y SIGUE…

12.- Sonora y Sinaloa es una mezcla de cristianismo y paganismo originada por la ignorancia que prevalece en materia religiosa, la cual tuvo su génesis con la expulsión de los misioneros jesuitas, que sin precipitaciones, pero de manera firme, estaban modelando la conciencia colectiva en todos los órdenes. A partir del derrumbe de la obra misional quedó en manos de clérigos y frailes en su mayor parte ignorantes, y en número tan reducido que no podían llevar a cabo su obra espiritual, y estos dos escollos han prevalecido hasta nuestros días dando como resultado que en el aspecto religioso la región sea todavía territorio de misión. El indiferentismo no es exclusivo al aspecto religioso, sino que se extiende a todos los órdenes de la vida social de los hombres del noroeste, y es una de sus características más notorias, pues en realidad la displicencia y la apatía que muestran son abrumadoras. No los conmueven ni los atraen manifestaciones artísticas, políticas, culturales, ni de ninguna otra índole, salvo aquellas que pueden proporcionarles una catarsis violenta.

13.- En el aspecto artístico –si así podemos llamarlo- les hacen aullar las contorsiones libidinosas de una «ombliguista», o desternillarse de risa con los chistes léperos de los cómicos de la lengua, pero es solamente la morbosidad lo que les hace ocurrir a esta clase de espectáculos. Los eventos culturales, llámense conferencias, conciertos, o recitales, pasan desapercibidos, ya que en este aspecto es aún más marcada la indiferencia, y la concurrencia se compone de un grupo reducido de personas a quienes realmente les interesan, y otro de snobs que van a lucir la figura.

14.- ¿Cuándo enraizó en los hombres del noroeste ese indiferentismo? Es posible que se remonten a los días de la conquista y que se haya originado en la soledad en que vivieron nuestros ancestros hispanos. Don Alonso de la Mora y Escobar, obispo de Guadalajara, que visitó lo que hoy es Sinaloa a finales del siglo XVl dice al narrar su estancia en Villa de Culiacán que había en ese lugar ´´unos treinta vecinos españoles…´´ pudiéndose ´´ y coma a la gente de esa villa a la primera familia que tuvo Adán y sus hijos, porque no piensan ni entienden que haya otra gente en el mundo. Han pasado casi cuatros siglos y el hombre del noroeste sigue viviendo ´´sin curarse de nuevas ni de saber si hay guerra o paz en el mundo ´´.
GOBIERNO Y GOBERNABILIDAD

15.- Una característica muy notable de las gentes de Sonora y Sinaloa es la de proferir palabrotas de forma sistemática y sin motivo alguno, a tal grado que pueden equipararse favorablemente con los nativos de Alvarado, Veracruz. ¿Cuál es la raíz de esta arraigada y perniciosa costumbre de sonorenses y sinaloenses? Desde luego que hay que descartar el legado hispánico como responsable de su progenie, supuesto que el español se pasa la vida blasfemando, y los hombres del noroeste son mal hablados, pero no blasfemos, la máxima ofensa que yaquis y mayos hacen al hombre blanco es llamarlo yori, que significa harapiento, desgarrado. Es de suponer que sólo sea el producto de una mala educación y de la falta de recato que enseñan los adultos para barbotar palabrotas en presencia de los niños, y la torpe costumbre de los padres enseñárselas.

16.- Otra característica que hace significarse a los habitantes de Sonora y Sinaloa es el hablar a gritos, y puede afirmarse que no hay otra región del país donde se grite tanto como ambas entidades, y en esto no hay discrepancia alguna. El hablar a gritos se acentúa en las personas del medio rural. Los broncos, como se les denomina a estas gentes, gritan más que cualquier otra clase social. Unos más, otros menos, sinaloenses y sonorenses son broncos por igual, no importa cuál sea su condición social. Silban en el hogar, en la calle, en los espectáculos, en las bibliotecas, o en donde sea; gritar por cualquier motivo, y cuando miran a un conocido en la calle, le llaman en una forma tan estentórea que puede oírse a varias cuadras de distancias, Tirab basura donde se les antoja y son bruscos hasta la exageración.

17.- El tuteo es una de las costumbres más arraigadas. Confundir la franqueza con la grosería es otra de las características de los hombres del noroccidente. Presumimos de muy francote, pero no nos damos cuenta de cuándo rebasamos los límites de la franqueza y nos internamos en el terreno de lo grosero, más en este aspecto nos defendemos diciendo que somos hipócritas, y cuando tenemos algo que decir a una persona se lo decimos frente a frente, lo cual, en la mayor parte de los casos, es mentira.

18.- No obstante, la proximidad de Estados Unidos ha sido beneficiosa para Sonora, ya que ha contribuido a acrecentarse el espíritu de trabajo, la organización y la disciplina de los habitantes, pero también ha provocado un deseo de imitación de lo norteamericano, especialmente entre la juventud. La del sexo masculino acostumbra vestir pantalones livais, cinturón ancho con gran hebilla, sombrero estilo tejano, aunque sea de palma, y las imprescindibles botas vaqueras de afilada puntera y altos tacones que no se quitan ni para dormir, así sea los meses de julio y agosto para dar la impresión de que son cowboys.

19.-La política en el noroeste es de una mediocridad lastimosas, a la que podemos calificar de cimarrona como resultado lógico de que los políticos son nulos, mediocres, los políticos noroccidentales son cerriles, algunos ladinos, pero en su mayoría improvisados, pueriles, ignorantes, sin sentid la política; basan sus méritos en el oportunismo, en la sumisión, en la adulación del jefe en turno, pues la deslealtad es su tónica. Son árbitros; sus maniobras políticas, burdas. Buscar entre los políticos noroccidentales algunos con conocimiento de la ciencia política, es una aventura; y querer hallar al que domine el arte de la política, es igual qué pedirle peras al olmo.Auténticos tuertos en un país de ciegos.

20.- Del sinaloense podemos decir que haciendo honor a sus orígenes, es más despreocupado, alborotador y rebelde, y en este aspecto es innegable que el de Sonora es mejor estudiante, pero por otra parte, como la educación superior cuenta con más antigüedad en Sinaloa, los estudiantes tienen mayor sentido de clases estudiantil, y es que su casa de estudios debe ser centro de las libertades humanas, no un foco de negatividad, lo cual se confirma con el mayor número de movimientos de rebeldía que se han registrado en la universidad sinaloense. Aquí el piropo es corriente, a veces vulgar: ¡Qué linda eres, ¡ ´´!Qué chula estas¡ ´´, y así por el estilo, aunque esto es lo de menos, pues en muchas ocasiones lo que debería ser cosa grata al oído femenino se convierte en procacidad. En el amor juvenil, tal parece que en Sonora se necesita que la mujer sea quien tome la iniciativa, y de hecho muchas de ellas así lo hacen, y cuando la mujer escoge la presa no descansa hasta cobrarla.