Anécdotas de un reportero por Fernando Zepeda H.

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A partir de esta semana le daremos una tregua a la política. Narraremos en este espacio anécdotas que nos han pasado en nuestro camino como reportero…Espero amables lectores las disfruten, porque yo si que las recuerdo y además de disfrutarlas pareciera que las vuelvo a vivir.

Cuando se enojó Julio Berdegue. Sin duda Julio Berdegue Aznar fue uno de los más importantes personajes en la vida de Mazatlán. No solo por su aporte en la actividad turística que hoy siguen sus hijos Carlos y Fernando Berdegue Sacristán. Fue también por su participación en el sector pesquero que lo colocó no solo entre los principales personajes de esa actividad en Sinaloa, si no de todo el país. Presidentes de la República iban y venían y Berdegue Aznar era punto de referencia obligado para todos ellos. No se diga de los gobernadores de Sinaloa que hacían una parada obligada para consultarlo.

La historia sucedió cuando Berdegue Aznar encabezaba al sector pesquero de la Iniciativa privada en Mazatlán. Comenzaba la década de los ochentas y el sector pesquero se convulsionaba. El entonces Presidente José López Portillo había anunciado que, al arranque de la próxima temporada camaronera, la flota pesquera en manos del Sector Privado tendría que pasar al sector cooperativista. Aunque esperado el anuncio, no dejó de cimbrar en lo más hondo a los principales dueños de barcos camaroneros. Uno de los principales “armadores” como se les conocía a los inversionistas privados dueños de embarcaciones camaroneras era Julio Berdegue Aznar. Un hombre rudo, biólogo de profesión que se abrió paso en el sector pesquero hasta llegar a figurar no solo en Sinaloa sino a nivel nacional entre los principales operadores de una flota camaronera que era la envidia de muchos.

Para preparar el traspaso de la flota camaronera de la Iniciativa Privada al Sector Social, López Portillo creo el Banco Pesquero y Portuario antes (Banfoco). Su primer gerente el ingeniero Williams Barnes Huerta se destacó por conducir esa institución de acuerdo a las directrices que marcaba el entonces Director General de Banpesca Alfonso Cebreros Murillo. Este reportero cubría para el Periódico Noroeste la fuente pesquera. Por lo menos tres veces a la semana acudía en diferente horario a las oficinas de Banpesca ubicadas por la Avenida del Mar. Ahí siempre atenta, la secretaria de Barnes Huerta la señora Diana era quien nos recibía en la antesala de la gerencia. Justo atrás de Diana se encontraba el “teletipo” por donde llegaban las comunicaciones internas de Banpesca.

Apenas la secretaria dijo que preguntaría a Barnes Huerta si podía recibir a este reportero y se introdujo al privado, el “teletipo” comenzó a sonar su campana que anunciaba la llegada de un envío urgente. Este reportero (y que lance la primera piedra si en alguna ocasión por conseguir una buena noticia no lo hizo), se acercó al aparato. Comencé a leer con avidez el contenido. Era una notificación que ordenaba al Gerente de Banpesca embargar embarcaciones camaronera propiedad de Julio Berdegue Aznar. Los nombres de cada barco aparecieron. La orden la firmaba el mismísimo Director General Cebreros Murillo. Este reportero lo único que hizo fue tomar el papel. Lo dobló y lo metió a su bolsa de la camisa. Salió Diana y disculpó al gerente porque en esa ocasión no podría recibir a este reportero.

Claro está que con gran gentileza le respondimos que no había problema y que regresaríamos mañana. Apenas llegamos a las oficinas del periódico le comunique el tema a Joel Díaz Fonseca y nos pusimos de acuerdo para publicar la nota. Fue al día siguiente la principal de portada en Noroeste. Ese mismo día, la Cámara de la Industria Pesquera (Canaipesca) que dirigía precisamente Berdegue Aznar convocó urgentemente a una conferencia de prensa en sus instalaciones ubicadas por la Avenida Alemán al lado de las de Canaco. Este reportero acudió temprano. Fuimos los primeros. Nos recibió Manuel Berumen Naranjo gerente de la Cámara. Y con una sonrisa nos dijo que “la cosa está muy caliente…Eres el primero en llegar…Pásale”.

Caminamos por el pasillo del acceso que llevaba hasta la sala de junta. Ahí una larguísima mesa con muchas sillas alrededor estaba en espera de ser ocupadas por miembros de la Cámara Pesquera y periodistas. Justo cuando estaba al extremo contrario de la entrada de la sala de junta apareció Julio Berdegue Aznar. Se le veía colorado, más de lo habitual. Muy, pero muy enojado. Que decir, encabronado. Y desde la entrada grito: “A ti te quería agarrar. Pinche comunista. Mira, mira (y mostraba la portada del periódico) lo que escribiste. Pinche mentiroso”. Y hecho una furia corre hacia a nosotros y aprovechamos que se quito de la entrada y salimos disparados. Al salir don Manuel Berumen Naranjo nos dijo: “¿Cómo que ya te vas?…Esto apenas va a comenzar, en un momento llegan los demás periodistas”. Ni el polvo nos vio.

Salimos de las oficinas de la Cámara Pesquera y me fui a la Pesquera Dolores, justo ahí en donde se encontraban “amarrados” los barcos propiedad de Berdegue Aznar que serían embargados. Entre a las instalaciones y sentí un alivio cuando miré al Jefe de Inspectores de Banpesca Alfonso Cevallos Brambila. Apenas lo vi le pregunte que pasaría con la orden de Banpesca. Me respondió que justo estaba ahí para “levantar” el inventario de los barcos que serían embargados. Me encontraba a bordo de uno de esos barcos junto a Cevallos Brambila cuando veo que el portón de la planta aparece Julio Berdegue Aznar como un auténtico toro de lidia. Apenas se acercó al muelle donde estaba el barco y nosotros abordo, grito: “Ahora si cabroncito, aquí te voy a agarrar”. Fue entonces que Alfonso Cevallos Brambila se interpuso. Se hicieron de palabras. No llegaron a los jaloneos porque Alfonso estaba arriba del barco y Berdegue abajo. Pero aproveche un descuido de Berdegue para bajar del barco y nuevamente ponerme a salvo.

Al final, Julio Berdegue Aznar se vio obligado en entregar esos barcos. Y el resto el Banpesca los compró para repartirlos a las cooperativas. Un episodio que dibuja el momento que vivieron los armadores al ser obligados a entregar sus barcos a un sector social que posteriormente fracasó en administrar esos bienes y no supo aprovechar la exclusividad que le otorgó el Gobierno Federal para explotar el camarón.

Berdegue Aznar lo había adelantado dos años antes de este traspaso de la flota camaronera. “Si el sector social no se prepara y asume con responsabilidad la explotación del camarón, irán inevitablemente al fracaso”. Y así fue. Al paso de los años este reportero y Julio Berdegue lograron limar asperezas.