ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ
1.- Aceptemos que Andrés Manuel se la jugó yendo a la Casa Blanca, no sin enmascarar sus propósitos, según cuales era dialogar sobre el futuro del T-MEC. Los diplomáticos americanos se plegaron a la reglas que les impusieron sus pares mexicanos, y se plegaron porque el interesado en el viaje no era ni fue el presidente, sino el el mismísimo Donald Trump.
2.- Pues frente al proceso electoral en el que va cuesta abajo, al cual le distan sólo cuatro meses para concluir, Trump creyó que era imperativo mostrarles a sus malquerientes latinos que, si el afamado presidente estaba a su lado electoralmente, ellos por el cariño que le tienen, también tenían que votar por él, independiente los malos tratos que han recibido, entre ellos la separación de sus familias y la deportación de su familiares.
3.- En tal perspectiva ambos grupos de diplomáticos limaron los pequeños picos de sus discursos y asimismo negociaron las lisonjas que se tributaron ambos presidentes. Todo pareció como una pieza tocada por una sinfónica de Londres, en la que jefes de Estado, arrobados por la emoción, cuando se miraban a los ojos solían ruborizarse. En este acto mágico no eran ellos; se habían vestido de actores de una regular serie de televisión.
4.- También acordaron no exponer a López Obrador a las organizaciones latinas y otras minorías, ni a su obligación “moral” de dialogar con Nancy Pelosi, la arquitecta del T-MEC y menos aún a la prensa. Desde que llego hasta que se fue tierras americanas fue conducido sotto voce, por una partida de agentes de seguridad, cuya pericia semejaba a un millanario piloto, para que fuera por la senda trazada antemano con el propósito evitar encuentros y desencuentros no deseados.
5.- Y si esta fue logística, porque así lo fue, más/menos, es sorprendente que algunos profesionales del periodismo se hayan ido con la finta, al grado que aplaudieron que en el acto de los discursos y los que le siguieron, el performance montado haya sido un éxito, por que señalaron que tanto Trump y como López Obrador son hombres imprescindibles, y temían que uno o los dos irrumpieran la calidez del encuentro con un exabrupto. A qué horas de divina tuerta?
6.- También me cimbró que algunos periodistas, más despistados aún, hicieran proyecciones sobre la probabilidad real de que Trump cambiara la actitud política antimexicana que lo caracterizado en sus tres años y medio, partir del comportamiento impecable que ha tenido este miércoles en que los temperamentos y los interés se juegan su destino. Es claro que si, a pesar de llevarles al presidente, los latinos no olvidan sus agravios y siguen prefiriendo a Biden, el pelo rojo iniciará un envestida contra está gran minoría y por supuesto contra el presidente.
7.- También le tundieron sus plumas los periodistas que le reclamaron, le exigieron, le pidieron, le suplicaron que no fuera a la emboscada que le tenía preparada el Imperio, le recordaron 1848 y miles de agravios, entre ellos que nuestra proverbial pobreza era fruto del imperialismo Yanqui, y cosas por el estilo. Hubo otros periodistas que hicieron lo mismo, pero tomando como punto de partida las canalladas que nos ha hecho Trump en sus cuatro años de su desgobierno. Pero aún así, en política, como cantaba José José, cada instante es nueva el agua, y por eso políticos deben ser muy lectores muy serios del contexto en que gobiernan.
8.- Hubo por supuesto periodistas que guardaron un silencio tibetano. En toda esta coyuntura no dijeron ni pío ni a favor ni en contra, sino todo lo contrario. Pero eran sobre todo los fanáticos que deseaban con todo el hígado que en este encuentro reventará López Obrador y, supuesto, los fanáticos que dejaron la pluma para tomar los “detentes” y rogarle a Dios Padre que le fuera de maravilla al Presidente de la República, cuando los resultados de su visita no son para mañana o pasado, puede ser que estallen en los próximos tres meses, y qué forma.
9.- La moneda que tiro al aire López Obrador aún sigue girando, no sabemos aún si ganará la apuesta por la que optó, lo sabrá en los meses por venir, lo peor que puede pasarle -pero sobre todo a los mexicanos- es que día antes la elección en vez de tener sólo de enemigo, tengamos dos. Y si tenemos de enemigos a los republicanos y a los demócratas las cosa pública en Mexico podría sacar chispas.
10.- Aún me pregunto por que nuestro presidente fue a Washington. Está es la gran pregunta que quedó implícita en todas las columnas, inclusive los queda bien que creen que el Presidente es una fuerza moral, no de contagio.