Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino.
Amado Nervo.
Una tarde llegó de su natal Tepic a Mazatlán, un joven de 22 años, que decía llamarse Amado Nervo. Tocó las puertas del periódico más importante del noroeste y se presentó como aspirante a redactor. En uno de sus artículos explicó las intenciones de su travesía: “Venía buscando un mejor destino. Escribí en El Correo de la Tarde mis primeros artículos…” (José Luis Franco/ Sinembargo. MX/ Abril 26, 2013)
Juan Amado Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz nació el 27 de agosto de 1870; no obstante Amado Nervo nació y creció como poeta, cronista y ensayista en la esquina de las calles Constitución y Carnaval, lugar en donde estaba El Correo de la Tarde. Este Joven nayarita alcanzaría grandes alturas en la literatura, aunque sus lectores mazatlecos no pudieron vislumbrar su grandeza en los dos años que vivió y escribió en Mazatlán.
Amado Nervo con la calidad de su escritura pronto se ganó el apreció de lectores que pertenecían a la aristocracia mazatleca; por ello lo invitaban a sus fiestas, pero en el fondo los detestaba. En una de sus crónicas confesó: “Como ya soy amigo de tres pollos elegantes y de una muchacha bonita y bien vestida, y además gano 30 pesos y la comida, no creáis que voy a saludarlos. Ellos ya no son de mi clase!”. Y escribía sobre esos saraos paginas llenas de humor negro.
Pero también se quejó amargamente sobre la falta de lectores. Lo que sí es seguro es su progresiva aversión por el puerto y su población. A propósito escribió: “¡Un diario en Mazatlán, donde nada sucede; donde nadie lee…vaya! Si el editor hubiera establecido una cervecería, en buena hora, pero en un diario, ¡Ca!…El público gusta más de refrescarse con el lúpulo que de nutrirse con la idea” (José David Peña V. La Voz del Norte. 2/12/ 2012)
Lo cierto es que un día se fue del puerto sin decirle adiós a nadie ni explicar los motivos de su partida. Amado Nervo abandonó misteriosamente la redacción del Correo sin ningún recado de despedida. Nos dejó como herencia numerosos escritos que firmó con el seudónimo de Román o el Conde Juan, que van del 29 de noviembre de 1892 al 14 de octubre de 1894.
Entre las obras que se han rescatado del olvido se encuentran 69 crónicas, dos gacetillas y 13 cuentos publicados en la columna denominada: “Lunes de Mazatlán”. Además se llevó en su mochila los borradores de algunas de sus principales obras: su primera novela: Pascual Aguilera y su poemario intitulado Perlas Negras.
Después de conocer Europa y elevarse a gloria nacional como poeta, Amado Nervo falleció en la ciudad de Montevideo, Uruguay, el 24 de mayo de 1919, en el Parque Hotel, donde vivía, siendo Jefe de la Misión Diplomática de México en aquel país. Su cadáver fue trasladado a México por la corbeta Uruguay, que escoltada por barcos argentinos, cubanos, venezolanos y brasileños. En México se le tributó un homenaje sin precedente. Fue sepultado en la Rotonda de los hombres Ilustres, el 14 de noviembre de 1919.