Se pronuncia el Cronista de la Ciudad por destinar ambas edificaciones a honrar la memoria colectiva de la ciudad
La casa del Marino está amenazada de muerte. Los dictámenes indican que debe ser demolida por fallas graves en su estructura, pero hay una corriente de opinión que busca hacerla permanecer. Entre quienes aspiran a esto se encuentra el Cronista de la Ciudad, Enrique Vega Ayala, quien plantea a través de Sinaloa enlínea, la necesidad de rescatar al conjunto que integran la casa y el Fuerte 31 de Marzo.
La cas en si misma no tiene un valor histórico real, reconoce. Fue construida a mediados del Siglo XX y no ocurrió en ella nada que le dé un carácter especial, pero en cambio tiene un reconocimiento por los méritos arquitectónicos con que fue diseñada y construida. Alcanzó lugar, recuerda, en una lista o catálogo de edificios hecho por Bellas Artes.
Entrevistado a la sombra de la añosa casa, precisa que su idea de que debe ser conservada es en realidad una posición personal, aunque seguramente refleja el sentir de muchos integrantes de las generaciones de mazatlecos que crecimos con ella siendo parte de nuestro entorno, una presencia que a muchos nos resulta entrañable.
Por supuesto, no es de la idea de mantener la vieja función de ser “casa del marino”. Han cambiado las condiciones que llevaron a su construcción para dar abrigo a quienes pierdan sus barcos o a aquellos marinos que tengan una necesidad en ese sentido, hoy hay muchas alternativas más prácticas, dice, pero sí se le puede dar otro uso, el de un museo, por ejemplo, algo modesto que se complemente con áreas de estudio e investigación.
La entrevista sin embargo termina por derivar hacia la intervención francesa. La vecindad de la Casa del Marino con el Fuerte 31 de marzo lleva siempre a ese salto histórico, anacrónico, que reúne a dos construcciones que tienen peso importante sobre la conciencia colectiva de los mazatlecos.
Este año se cumplen 150 de la defensa del puerto de Mazatlán ante los embates del Ejército Francés y en particular de la fragata Cordelliere, cuyo ataque fue rechazado desde las arenas de la playa norte.
El historiador se apasiona con el tema, reconstruye verbalmente los hechos, cita fuentes y menciona los pros y los contras de esta apasionante historia de heroísmo para retornar luego a la vieja demanda de que haya por fin una autoridad que rescate al fuerte, lo convierta en un museo de sitio, le dé el valor que tiene, aunque también lo sitúe en su verdadera dimensión, pues este sitio, semioculto por el edificio de la Casa, tampoco es el lugar desde el que se repelió el ataque de la Cordelliere, como muchos creen, ni sus cañones son los que aquella ocasión entraron en combate. Es un lugar erigido en memoria de esa batalla y como tan tiene un papel digno en la historia de los mazatlecos. Es menester rescatarlo, insiste.
Por cierto que 2014 es a{ño de centenarios. Lo cumple el bombardeo de Mazatlán desde el aire, con el biplano Sonora; lo cumple la batalla de Olas Altas, que no está en la historia nacional porque Álvaro Obregón no la incluyó en sus memorias, a pesar de que participó y le resultó conveniente en el resultado y en los antecedentes que generó.