*Testimonios de Familias Completas
*Miles en las Iglesias ante la Virgen Morena
Como hace 477 años, allá en Cerro del Tepeyac –cerca de la Basílica de Guadalupe, en la ciudad de México-, hoy apareció la Virgen de Guadalupe en los rostros fervorosos de cientos de hombre y mujeres que acudieron a reafirmar su creencia y amor por la guadalupana.
Durante todo este día una romería de creyentes, católicos, acudieron a las iglesias y a Catedral con sus hijos en brazos, vestidos de inditos Juan Diego y agradecer los “milagros” hechos de la guadalupana a miles de mexicanos, sinaloenses y mazatlecos.
Familias enteras estuvieron este mediodía en Catedral para estar con la virgen morena y escuchar, en punto de las 12:00 horas, la misa del padre José Trinidad, mejor conocido como el “padre Trino”, quien alentó ese inmenso amor por la “madre de todos los mexicanos”. Todas las clases sociales, sin distingos, nacionales y extranjeros se vieron en ese inmueble del centro de la ciudad.
Adentro, silencio y en escucha de las palabras del Padre Trino, afuera la algarabía de los que entraba y salían; en los patios la venta, los escenarios para la fotografía del año vestidos los niños de Juan Diego y las niñas de inditas. Escenarios con animales de papel, con flores y grandes fotografías de la Virgen de Guadalupe.
Las ventas de los puestos con las imágenes de la guadalupana subieron como la espuma, desde una estampita a cinco pesos hasta un cuadro en fina madera con el rostro de la virgen en 300 pesos.
La familia Mariscal Villa llegó completa: padres, hijos y nietos. Incluso, ataviados el padre con una playera con la estampa de la guadalupana, la esposa –Candelaria- con una falda indígena, igual la hija y la nieta con una falda con la imagen bordada de la “Lupita”.
La familia Mariscal Villa dio testimonios de los milagros de la guadalupana y Candelaria dijo que hace años ella se ahogaba con su hija en un rio y que su esposo le pidió a la Virgen de Guadalupe que si las salvaba, él se retiraba de pescador y hace 16 años dejó ese trabajo, su familia está sana y con un gran fervor a la patrona de México.
María Isabel Gallegos Esparza le rogó a la guadalupana le quitara la osteoporisis y hoy ella camina sin ninguna dificultad y ahora año con año acude a Catedral,
acompañada del amor de su hija Fernanda y de su nieta –vestida de indita-, Isabella Soto.